Periodismo sin fronteras: una vida, dos exilios
Reflexiones de un prestigioso periodista de Venezuela en Tulsa
Dicen que el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. En mi caso tuve piedras de la derecha y de la izquierda. Hace 50 años abandoné Uruguay, el país que me vio nacer y que me encaminó como comunicador social. Ya en los años 70 estaba labrando una carrera como periodista de radio y televisión. En la radio era narrador de fútbol y escritor de noticias; por las noches me convertía en el ancla más joven del prestigioso “Reporter Esso” de la televisión. Mala época para el periodismo en Uruguay. La coyuntura de guerra entre los militares y Tupamaros no daban espacio a la neutralidad. Siempre había alguien acusando o amenazando. Los sueños de fama y celebridad fueron trocándose en necesidades de libertad, seguridad y un espacio seguro donde construir una familia que comenzaba a levantarse. El exilio Lucía como el último recurso. Pero cuando las balas comenzaron a sonar cercanas, de convirtió en urgencia. En 1973 conseguí que Carlos Andrés Pérez me invitara a su primera rueda de prensa. Recuerdo que fui el último periodista que pregunto. Antes de mi lo había hecho el corresponsal del prestigioso Le Monde de París. Hoy 45 años después se repite la historia. Luego de una extensa carrera por los principales medios de difusión venezolanos e internacionales, aquí estoy en Tulsa Oklahoma, todavía deslumbrado por mis dos primeros días recorriendo el “capitalismo salvaje“. Tiendas de ropa con cosas elementales pero que ya hace años son un lujo en Venezuela; Supermercados repletos de comida que me hacen atragantar de llanto y tristeza por recordar cuando en Venezuela éramos felices y no lo sabíamos. Hoy las causas del destierro son las mismas, es decir falta de libertades, censura, autocensura, hambre, inseguridad y fundamentalmente la desintegración de las familias que poco a poco han emigrado. Solo que esta vez los “malos” no son de la derecha, sino de la izquierda. Claro que las circunstancias son diferentes y diferentes debe ser los destierros. Antes había cambiado el Atlántico por el caribe y ahora cambie las playas, el, sol, los mangos y las piñas de la isla Margarita por estas llanuras enormes y estos nudos de autopistas que acerca y separan. La ambición es la misma, que caiga el dictador: antes se llamo Jorge Pacheco Areco; ahora se llama Nicolás Maduro, Raúl Castro, Daniel Ortega etc.
No hay mal que dure 100 años…..ni cuerpo que lo resista. Todavía tengo 30 por delante para asistir a la caída del déspota. Si hay algo que unifica a los venezolanos es esta sed de libertad, de que se vaya Maduro y sus corruptos narcomilitares. Que el país tenga la ilusión y la realidad de volver a ser un gran país que recibió a refugiados de todo el mundo sin xenofobia y con grandeza de espiritu integrarlos y protegerlos. Para que esos 5 millones que hoy han pedido refugio entre los vecinos, algún día puedan regresar a su sol del caribe, a sus reinas de belleza y a sus arepas sabrosas. La luz al final del túnel comienza ya a vislumbrarse. El apoyo de países Como Estados Unidos, Colombia, Argentina, Brasil y personajes como Donald Trump o Luis Almagro desde la OEA son fundamentales para que el presidente interino Juán Guaido haga el milagro. Mientras tanto, mi próximo destino será recorrer la mítica Ruta 66. (La Semana)
Nota del editor: Norberto Maza es un prestigioso periodista uruguayo que ha trabajado como narrador de noticias en Telemundo de Uruguay. Corresponsal de Televisa de México en Venezuela. Corresponsal de la VOA en Caracas. Analista internacional en Radio Caracas TV. Ancla durante 22 años en Grado 33 de Globovisión. Vice presidente del grupo editorial 6to Poder. Corresponsal de guerra en Centroamérica, el Caribe y los Balcanes. Premio nacional de periodismo de México en el año 2000.
Journalism without borders: one life, two exiles
Reflections of a prestigious Venezuelan journalist in Tulsa
By Norberto Maza
TULSA, OK — They say that man is the only animal that stumbles twice on the same stone. In my case I encountered stones from both the right and from the left. 50 years ago I left Uruguay, the country where I was born and that guided me as a social communicator. Already in the 1970s I was working in a career as a radio and television journalist. On the radio I was a football commentator and news writer, and at night I became the youngest anchor of the prestigious “Reporter Esso” on television. It was a bad time for journalism in Uruguay. The conjuncture of war between the military and Tupamaros did not give space to neutrality. There was always someone accusing or threatening.
The dreams of fame and celebrity were changing into the need for freedom, security and a safe place to raise a growing family. Exile was viewed as a last resort, but when the bullets began to sound nearby, it became urgent. In 1973 I got Carlos Andrés Pérez to invite me to his first press conference. I remember that I was the last journalist to ask a question. Before me, the correspondent of the prestigious Le Monde in Paris had done it.
Today, 45 years later, history repeats itself. After an extensive career in the main Venezuelan and international media, here I am in Tulsa Oklahoma, still dazzled by my first two days touring the “wild capitalism.” Clothing stores with basic things that for years have been a luxury in Venezuela; Supermarkets full of food that make me choke with tears and sadness to remember when we were happy in Venezuela and we did not know it. Today the causes of the exile are the same, that is to say a lack of liberties, censorship, self-censorship, hunger, insecurity and the fundamental disintegration of the families that little by little have emigrated. Only this time the “bad guys” are not from the right, but from the left.
Of course the circumstances are different, as is the exile. Before, the Atlantic had changed to the Caribbean and now I changed the beaches, the sun, the mangoes and the pineapples of Margarita Island for these huge plains and these knots of highways that bring and take away. The ambition is the same, that the dictator falls: before it was called Jorge Pacheco Areco; Now it is called Nicolás Maduro, Raúl Castro, Daniel Ortega etc.
There is no evil that lasts 100 years ….. and no one who can resist it. I still have 30 years ahead to witness the fall of the despot. If there is something that unifies Venezuelans, it is this thirst for freedom, for Maduro and his corrupt narco–militaries to leave. That the country has the illusion and the reality of once again becoming a great country that receives refugees from all over the world without xenophobia and with greatness of spirit to integrate and protect them. So that those five million who today have asked for refuge among neighboring nations, may one day return to their Caribbean sun, to their queens of beauty and their tasty arepas. The light at the end of the tunnel begins to be glimpsed. The support of countries like the United States, Colombia, Argentina, Brazil and characters like Donald Trump or Luis Almagro from the OAS are fundamental for interim president Juan Guaido to perform the miracle. Meanwhile, my next destination will be to visit the mythical Route 66. (La Semana)
Editor’s note: Norberto Maza is a prestigious journalist who has worked for Telemundo de Uruguay, was a correspondent of Televisa de México in Venezuela, a correspondent of the VOA in Caracas, an international analyst at Radio Caracas TV, and for 22 years was an anchor on Grado 33 de Globovisión. Maza is Vice President of the 6th Power editorial group and served as a war correspondent in Central America, the Caribbean and the Balkans. Maza received the National Journalism Award of Mexico in the year 2000.