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Eliazar Verde, el cartonero feliz

Por Guillermo Rojas y Victoria Lis Marino
México, DF

Ciertamente en Estados Unidos damos muchas cosas por sentado, como por ejemplo el hecho de que semanalmente el estado se preocupe por recoger la basura de nuestros hogares, damos por sentado que la gente come todos los días, damos por sentado que contamos con la posibilidad de elegir vidas libres y tomar decisiones, damos por sentado que el sufrimiento humano puede no existir. Sin embargo, lo que aquí se nos da garantizado, no lo está en otros lados, como lo refleja en México, la historia de Eliazar Verde, un individuo borrado por el sistema con una súplica que supera la política.

Eliazar es recolector de basura, una profesión popularmente conocida como cartonero. Diariamente viaja con su mula por distintos barrios de la ciudad juntando lo que otros desechan, a voluntad. “El gobierno no nos ayuda en nada”, confiesa Verde, “ni siquiera con los gastos veterinarios de los animales”, agrega sin tapujos.

Si bien la tracción a sangre está prohibida, y es una clara violación de los derechos del animal, Eliazar nos muestra una visión de los hechos que nos vemos obligados a contemplar. “A mi nadie me va a dar trabajo porque estoy viejo y sólo tengo la primaria, esto es lo único que puedo hacer. Por eso pido que nos ayuden con los animales, porque de ellos dependemos, nosotros no somos todos iguales, no somos todos malos”, dice con honestidad. Eliazar vive en un sistema que ya no existe, es preso de la ignorancia, del avance tecnológico, de la vorágine de la sociedad que juzga y no asiste.

“Los animales sufren, pero si la gente no nos aporta no podemos ayudar al animal, sin animales no podemos dar el servicio, porque no podemos tirar del carro, y si no trabajo no tengo nada”, explica Verde, asegurando que el animal es de esencial importancia en su vida, la única que puede darse el lujo de tener. “Acá nadie nos da el taco, lo tenemos que ganar nosotros”, agrega con franqueza.

Los animales sufren, pero si la gente no nos aporta no podemos ayudar al animal, sin animales no podemos dar el servicio, porque no podemos tirar del carro, y si no trabajo no tengo nada”

Eliazar es un paria de la sociedad, un ser que pertenece a otro tiempo y espacio pero que con un gran sentido del humor, reflexiona con ironía sobre su lugar en el mundo. A él no le importan los López Obrador o los Peña Nieto, su vida parecería regirse por una máxima más simple, y más noble: “Lo único que pasa aquí es: si trabajo como, si no trabajo, no como”. “Al presidente no tengo nada que decirle. Me lo guardo y soy más feliz, ellos siguen con su campaña y yo con la mía, de limpieza”, dijo Eliazar con una honestidad absoluta.

Eliazar no tiene nada propio en la vida, por eso lo único que le vasta es ser feliz, trabajar y cuidar de su animal, mientras la historia lo mira pasar. “Soy feliz porque no me queda otra, hay que agradecerle a dios por el cachito de vida que tenemos”, dice con una sonrisa que nos recuerda de lo que verdaderamente estamos hechos. Quizás hay que hacer como Eliazar, mirar vida, por como la vida es, recordando que sólo somos dueños, de nosotros mismos, y en nosotros está, cuidar a los demás. (La Semana)