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Cuidado con las garrapatas en verano

Las garrapatas son parásitos más cercanos a los ácaros que a las pulgas y a los mosquitos. No saltan, ni vuelan: su estrategia consiste en esperar a escondidas en la hierba y en los matorrales, y que pase a su lado un posible hospedador, así es como se llama la víctima de la garrapata, que puede ser un perro, un gato, una persona, etc.

Trepan por su piel o pelaje hasta alcanzar una zona donde la piel es más sutíl o donde el animal no llega a rascarse. Allí la garrapata pica y empieza a alimentarse de la sangre del animal. Después de alimentarse su cuerpo globoso aumenta de tamaño y puede llegar a pesar más de 100 veces su peso en ayunas.

¿Cuándo aparecen?
Las infestaciones por garrapatas suelen ser un problema estacional, siendo más frecuentes en primavera y verano. En invierno las garrapatas suelen ser menos activas pero no es imposible recibir una picadura de garrapata durante esta estación, sobre todo en los días más cálidos: las garrapatas empiezan a activarse cuando la temperatura supera los 5-7°C .

Así que los cambios en las temperaturas ambientales y/o la posibilidad de pasar el invierno protegidas en el interior de las casas pueden alterar su ciclo estacional y prolongar la “temporada de las garrapatas”.

¿Son peligrosas para el animal?
Sí, muy peligrosas. En el punto de la picadura provocan pequeñas heridas que se pueden infectar y pueden hacer aparecer reacciones cutáneas y pequeños abscesos. En caso de graves infestaciones, la pérdida de sangre es tan intensa el animal puede mostrar signos de anemia.

Sin embargo, los riesgos derivados de una infestación por garrapatas no tienen que ver con las molestias de la picadura sino con la transmisión de algunos agentes patógenos y algunas toxinas. Ocurre mediante la saliva que las garrapatas regurgitan en el punto de la picadura: la saliva de estos parásitos posee un efecto anti-coagulante, que favorece su alimentación, y anestésico, razón por la cual no la picadura no duele.

¿Son peligrosas para las personas?
Sí, las garrapatas pueden picar también a las personas y algunos de los agentes patógenos que afectan a las mascotas pueden originar enfermedades también en las personas.

Por eso hay que extremar las medidas de protección si se extrae manualmente una garrapata enganchada en la piel de un perro o de un gato: el contacto con los fluidos corporales infectos de la garrapata podría representar una fuente de contagio para humano.