The mystery of the disappeared from Ayotzinapa
Por Guillermo Rojas / IGUALA, MEXICO
Detrás de las montañas que rodean la ciudad de Iguala, en el estado de Guerrero, la trágica desaparición de los estudiantes de la normal de Ayotzinapa sigue enlutando el corazón de los habitantes de Iguala y de toda la nación mexicana.
La Semana tuvo la oportunidad de recorrer algunos tramos de las calles de la ciudad donde la voz silenciosa de los estudiantes desaparecidos siguen reclamando justicia entre las grietas del cemento callado de la ciudad.
“Yo no creo que a los normalistas los hayan quemado en Cocula porque desde estas cerros se puede ver todo” dijo Leonor Ortíz, un granjero que tiene un pequeño rancho emplazado en la ladera de un camino serpenteante a unas 20 millas de Iguala. Según su testimonio, Ortiz señala que lo que pasa en esta tierra caliente casi todos lo saben: “es difícil que uno no se entere lo que pase aquí, fíjese nomás los cerros de Cocula se ven de todas partes y en el silencio que hay por aquí, solamente se puede escuchar el silbido de los pájaritos y el vuelo de los mosquitos que abundan. Cualquier otro ruido aquí se puede escuchar a leguas de distancia. Yo no creo que los pobres estudiantes hayan sido asesinados y quemados en esas laderas de Cocula”.
Pero todos se preguntan qué pasó con los 43 normalistas desaparecidos?.
Luis Tapia Olivares, abogado del Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez, comenta que el caso de los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa se está cayendo debido a que los jueces desechan las pruebas por la ilegalidad con que se obtuvieron. Hasta el momento, 64 de las 107 pruebas han sido desestimadas. Tapia, quien representa legalmente a las familias de los estudiantes desparecidos, considera que la liberación de Gildardo López Astudillo, principal sospechoso de la desaparición de los jóvenes es parte de una crónica del fracaso judicial de este caso. Al respecto, el Gobierno de México dijo que la liberación de López Astudillo sentaba un precedente muy grave y que se investigará a los funcionarios que lo dejaron en libertad, comentó a una reportera de CNN.
En Iguala, donde ocurrieron los hechos, la gente de andar cotidiano no cree en las investigaciones del gobierno y mucho menos en los motivos del secuestro y posterior desaparición de los jóvenes normlistas. . La mayoría se inclina en señalar que los pobres estudiantes se equivocaron de autobús y se subieron en uno cargado con varios kilogramos de cocaína y que los autores materiales del secuestro y desaparición de los 43 normalistas obedecieron órdenes de los narcotraficantes.
Un video con torturas a un detenido por la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa divulgado la semana pasada en México confirmó que se violaron derechos humanos en la investigación y volvió a poner en duda, e incluso, la ONGs, ha echado por tierra la llamada ‘verdad histórica’ que el gobierno del entonces presidente Enrique Peña Nieto dio como versión oficial de los hechos sucedidos el pasado 26 de septiembre de 2014.
En las imágenes, que fueron difundidas a través de las redes sociales, se ve a un hombre identificado como Carlos Canto Salgado, de 37 años de edad, quien fue detenido en octubre de 2014 como uno de los sospechosos por la desaparición de los normalistas.
Canto aparece sentado y maniatado, con los ojos vendados. Detrás hay una persona de uniforme, presuntamente un policía ministerial de la Fiscalía federal, con una bolsa en las manos. Le interrogan. Un minuto más tarde, la persona de uniforme le coloca la bolsa en la cabeza, la cierra y estira.
En los interrogatorios del video se escucha la voz de Carlos Gómez Arrieta presente en el momento de la tortura y cuestionando a Canto sobre el lugar al que fueron llevados los normalistas. Tras la difusión del video, Gómez, quien se desempeñaba como subsecretario de la Secretaría de Seguridad de Michoacán, fue destituido de su cargo.
Iguala es una ciudad donde los niños juegan en las calles y en el mercado popular, el aroma de las comidas anestesia el pensamiento y despierta del apetito de los transeuntes del lugar y uno termina sucumbiendo en una mesa replete de moscas pidiendo su plato favorito.
Después de un suculento y saludable almuerzo acompañado con jugo de frutas naturales, este enviado especial se puso en marcha para segur indagando los rumores de la desaparición de los normalistas. La parada obligada fue en el mercado de joyas de oro Michel, cuyo propietario Gabriel Ocampo, muy colaborativo y con mucha amabilidad nos hizo conocer la otra cara de Iguala.
“Yo conozco a José Luis Abarca por mucho tiempo, tenía un puesto aquí en el mercado, trabajaba muy duro y siempre estaba dispuesto ayudar al que podía -recuerda-estoy seguro que es un buen hombre “Yo lo he visto con mis propios ojos que ese hombre siempre ha estado dispuesto a echarle una mano a cualquiera. Por eso fue elegido alcalde de la ciudad, y si se volviera a postularse, estoy seguro que recuperaría su puesto de alcalde”.
La Semana hizo una pequeña encuesta con los vecinos del lugar y la mayoría se inclina en decir quer José Luis Abarca es víctima de los políticos de arriba y de los empresarios que monopolizan el precio de los fertilizantes para venderlo a un precio mayor. Nuestro alcalde estaba trabajando para reducir el precio de los fertilizantes y mire lo que le pasó, dijeron. (La Semana)
ENGLISH
This week marks the fifth anniversary of one of Mexico’s saddest mysteries – the kidnapping of 43 students from a rural teachers college who were never seen again. Mexican president Andres Manuel Lopez Obrador has announced a new investigation into the case, but in a recent visit to the site where the students vanished, La Semana learned that many locals feel the questions will never be answered.
Behind the mountains that surround the city of Iguala, in the state of Guerrero, the tragic disappearance of the students from Ayotzinapa continues to mourn the hearts of the inhabitants of Iguala and the entire Mexican nation. La Semana had the opportunity to walk the streets of the city where the silent voices of the missing students continue to demand justice among the cracks of the city’s quiet cement.
“I don’t think the students were burned in Cocula because from these hills you can see everything,” said Leonor Ortíz, a farmer who has a small ranch located on the side of a winding road about 20 miles from Iguala.
According to his testimony, Ortiz points out that what happens in this hot land almost everyone knows: “It is difficult for one not to know what happens here, just look at the hills that can be seen everywhere and in the silence that exists here, you can only hear the sound of the birds and the flight of mosquitoes. Any other noise here can be heard leagues away. I don’t think the poor students have been killed and burned on those slopes of Cocula.”
But everyone wonders what happened to the 43 missing students. Luis Tapia Olivares, a lawyer with the Miguel Agustín Pro Juárez Human Rights Center, says that the case of the 43 missing students of Ayotzinapa is failing because the judges dismiss the evidence for being illegally obtained. So far, charges in 64 of the 107 cases have been dismissed. Tapia, who legally represents the families of missing students, believes that the release of Gildardo López Astudillo, the main suspect in the disappearance of young people, is part of a chronicle of the judicial failure of this case. In this regard, the Government of Mexico said that the release of López Astudillo set a very serious precedent and that officials who released him will be investigated, he told a CNN reporter.
In Iguala, where the events occurred, people who walk every day do not believe in government investigations, much less in the reasons given for the kidnapping and subsequent disappearance of the students. The majority are inclined to point out that the students made a mistake in the bus and got on one loaded with several kilograms of cocaine and that drug traffickers were responsible for their kidnapping.
A video showing torture of one of the suspects confirmed that human rights were violated in the investigation and again questioned, and even the NGOs, the ‘historical truth’ that the government of then president Enrique Peña Nieto gave as official version of the events that occurred on September 26, 2014. In the images, which were disseminated through social networks, there is a man identified as Carlos Canto Salgado, 37, who was arrested in October 2014 as one of the suspects in the disappearance.
Canto appears seated and blindfolded. Behind him is a person in uniform, allegedly a ministerial police of the federal prosecutor, with a bag in his hands. They interrogate him. A minute later, the person in uniform puts the bag on his head, closes it and stretches.
In the interrogations of the video the voice of Carlos Gómez Arrieta is present at the time of the torture and questioning Canto about the place where the students were taken. Following the dissemination of the video, Gomez, who served as undersecretary of the Michoacán Security Secretariat, was removed from office.
In Iguala’s Michel Gold Jewelry Market, owner Gabriel Ocampo, has his own opinions about why the city’s former mayor was implicated in the crime, opinions shared by some of his customers.
“I have known José Luis Abarca for a long time,” he said. “I have seen it with my own eyes that this man has always been willing to lend a hand to anyone. That is why he was elected mayor of the city, and if he would run again, I am sure he would be re-elected. ”
Ocampo’s customers said they believe Abarca is a victim of the arrival and political power of buseinessmen who monopolize the price of fertilizer to sell it at a greater profit.
“Our mayor was working to reduce the price of fertilizer and look what happened,” they said. (La Semana)
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