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Argentina’s Peronist left returns as Fernandez is sworn in

BUENOS AIRES, 10 dic (Reuters) – El líder de centroizquierda Alberto Fernández asumió el martes la presidencia de Argentina con la misión de enderezar el rumbo de una economía en crisis que lo obligará a hacer un delicado equilibrio entre las amplias demandas sociales y las de los inversores.

Con la presencia de mandatarios y funcionarios de algunos de los principales socios de Argentina, Fernández -de 60 años- juró como presidente ante el Congreso al mediodía y por la tarde tomaría juramento a sus ministros en la Casa Rosada, tras cuatro años de gestión del líder neoliberal Mauricio Macri.

“Queremos un Estado presente, constructor de justicia social”, dijo Fernández durante el discurso de inauguración de su gestión en el Congreso.

Con una inflación superior al 50% anual, una economía en recesión y una pobreza cercana al 40%, la renegociación de una deuda pública cercana a los 100.000 millones de dólares -que parece impagable en el corto plazo- será clave para el futuro de su Gobierno.

“No hay pagos de deudas que se puedan sostener si el país no crece (…) El país tiene la voluntad de pagar, pero carece de capacidad para hacerlo”, dijo el presidente argentino, que señaló que su prioridad será combatir el hambre y la pobreza.

Muchos inversores se han mostrado inquietos por la probabilidad de que Fernández se vuelque hacia una mayor regulación de la economía, como aplicó su vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner, cuando gobernó el país entre 2007 y 2015.

Como las discusiones con el Fondo Monetario Internacional (al que Argentina adeuda alrededor de 44.000 millones de dólares) son vitales, Fernández eligió para el Ministerio de Economía a un académico especializado en deuda, Martín Guzmán, un joven discípulo del Premio Nobel Joseph Stiglitz.

La presencia del presidente cubano de izquierda Miguel Díaz-Canel durante el acto de asunción y la ausencia del mandatario brasileño de ultraderecha Jair Bolsonaro daba un indicio de cuál será el alineamiento internacional de Fernández.

El presidente argentino dijo igualmente el martes que buscará “construir una agenda ambiciosa” con Brasil, más allá de sus diferencias con Bolsonaro.

FESTEJO POPULAR
Una multitud con banderas de apoyo hacía resonar tambores y cantaba en los alrededores del Parlamento y también en la histórica Plaza de Mayo, frente a la casa de Gobierno, donde comenzaba un extenso festival con bandas musicales y se esperan las palabras del nuevo presidente.

Algunos vendedores ofrecían remeras con la cara de la carismática vicepresidenta Fernández de Kirchner, con la leyenda “Volvimos”.

“Yo trabajaba en una empresa de tarjetas de crédito que cerró más de 15 sucursales y nos quedamos todos sin trabajo. Nosotros como pueblo tenemos mucha esperanza puesta en Alberto”, dijo a Reuters Verónica Quintana, una vendedora ambulante de 34 años, en Plaza de Mayo.

Pese a la necesidad de reducir el déficit fiscal, cualquier ajuste de la economía podría afectar la cohesión de la heterogénea alianza de centroizquierda que llevó a Fernández al poder, por lo que se espera un cambio respecto de las políticas de austeridad impulsadas por su predecesor Macri.

Los fuertes sindicatos peronistas reclaman alzas salariales que permitan a los trabajadores recuperar el poder de compra que perdieron en los últimos años por la alta inflación, mientras que las organizaciones de desocupados piden un aumento de los subsidios para los más pobres.

Si la economía no vuelve a crecer, difícilmente Fernández podrá satisfacer todas las demandas.

Presidenta de Argentina, Alberto Fernández

Argentina’s Peronist left returns as Fernandez is sworn in

BUENOS AIRES (Reuters) – Argentina’s Peronist leader, Alberto Fernandez, was sworn in as president on Tuesday, marking a shift to the left for Latin America’s No. 3 economy as the country fights rampant inflation, credit default fears and rising poverty.

The 60-year-old center-left politician took his presidential oath in front of cheering lawmakers in Congress along with political leaders from the region and representatives from major trade partners, including Brazil and the United States.

In an hour-long speech he criticized rising rates of hunger and poverty and said the country needed to revive growth to escape from ìvirtual defaultî after a period of painful austerity under outgoing conservative Mauricio Macri.

“The economy and our social fabric today are in a state of extreme fragility,” he said in the speech in Congress after he had symbolically taken the presidential baton and sash from Macri, whose tenure was hit by recession and debt crisis.

“The government that has just finished its mandate has left the country in a situation of virtual default,” Fernandez said.

He pledged to bridge social divisions and to roll out a ìmassiveî credit system with low rates to bolster domestic demand, something he made a pillar of his campaign, and to boost spending to address hunger and poverty.

The rise of Fernandez marks a return of Argentina’s powerful left-leaning Peronists, including Vice President Cristina Fernandez de Kirchner, a rock-star populist politician who clashed with investors and farmers during her twin terms between 2007-2015.

PARTY ATMOSPHERE
In a move to underscore his man-of-the-people credentials, Fernandez had driven himself in his silver Toyota to Congress, waving to crowds lined along the roadside.

Supporters gathered in the historic Plaza de Mayo square in the center of Buenos Aires opposite the pink-hued Casa Rosada palace waving banners and beating drums while food vendors grilled ìchoripanî sausages in the summer heat.

“Today there is going to be a party,” said Rafael Mantero, 45, a food vendor from the city of Rosario, who said he voted for Fernandez because his own sales had fallen by around half in recent years under Macri. “These past four years were terrible for me economically,” he said.

The new administration is expected to usher in growth-focused policies after unpopular fiscal tightening, which critics warn could strain already depleted state coffers and potentially fan tensions with creditors.

Colorful banners hung around the central city square, many from unions and grassroots organizations that helped drive the Peronists back to power. T-shirts with the face of Fernandez de Kirchner were captioned: “We’re back.”

Supporters hope Fernandez can tackle annual inflation running above 50%, poverty approaching 40% amid recession, and tricky restructuring talks on around $100 billion in sovereign debt with lenders that include the International Monetary Fund.

Fernandez said he would seek a ìconstructive and cooperativeî relationship with the IMF, which on Tuesday congratulated him and said it supported his policies to bolster growth.

“There are no debt payments that can be sustained if the country does not grow,” said Fernandez, adding that Argentina currently “had the will to pay, but not the capacity to do so.”