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Los últimos días de Trump / The last days of Trump

Análisis de William R. Wynn | TULSA, OK

El presidente saliente de los Estados Unidos, Donald Trump, pasó su última semana en el cargo escondiéndose del público, revolcándose en la autocompasión y emitiendo una serie de indultos a sus amigos y partidarios. Y no es de extrañar que el presidente que hizo de la mentira algo tan común que dejó de sorprender después de su primer año en el cargo esté terminando su ignominioso mandato al seguir repitiendo la mentira de que en realidad ganó las elecciones pero que se las robaron en una vasta conspiración bipartidista.

El mundo, por supuesto, sabe la verdad, que Trump perdió la elección ante Joe Biden, y ni siquiera fue una carrera reñida. Cada una de las mentiras del presidente sobre el fraude electoral y las irregularidades en las boletas electorales ha sido investigada a fondo, litigada y finalmente refutada. Y, sin embargo, persiste en repetir las mentiras a cualquiera que lo escuche, pero que cada vez son menos dado el número de antiguos aliados, personal y miembros del gabinete que han renunciado o abandonado al presidente desde que incitó a una turba violenta para atacar el Capitolio de EE.UU. el 6 de enero.

A Trump le gusta tener récords, y ha acumulado bastantes en el último año. Es el único presidente al que se le impugnó dos veces, y su abyecto fracaso para lidiar con la pandemia COVID-19 ha dejado un saldo horrible de 400.000 estadounidenses muertos. El 20 de enero, Trump se convertirá en el primer presidente desde Andrew Johnson en 1869 en no asistir a la toma de posesión de su sucesor.

Estados Unidos ha sido durante los últimos dos siglos un modelo de democracia, y en ninguna parte esto se representa más que en la transición pacífica del poder una vez que finalizan las elecciones. Trágicamente, no está en la mentalidad de Trump admitir la derrota. Por el contrario, siguió haciendo acusaciones infundadas destinadas a socavar la confianza de sus partidarios en unas elecciones que, incluso según su propia administración, eran probablemente las más seguras y transparentes de la historia. Y muchos temen que la violencia que Trump inspiró el 6 de enero aún no haya terminado.

El comportamiento infantil de Trump podría ser cómico si no fuera tan peligroso, y recordaría a otro líder caído que en la primavera de 1945 cuando se retiró a su Führerbunker para criticar las conspiraciones de enemigos reales y percibidos, completamente incapaz de comprender su propio fracaso. Ya sabes lo que dicen de la historia. (La Semana)

DONALD TRUMP

The last days of Trump

William R. Wynn Analysis | TULSA, OK

Outgoing U.S. President Donald Trump has spent his final week in office hiding from the public, wallowing in self pity, and issuing an 11th hour spate of pardons to his friends and supporters. And it comes as no surprise that the president who made lying so commonplace that it ceased to raise eyebrows after his first year in office is ending his ignominious term by continuing to repeat the lie that he actually won the election but had it stolen from him in a vast bipartisan conspiracy.

The world, of course, knows the truth, that Trump lost the election to Joe Biden, and it wasn’t even a close race. Every one of the president’s lies about voter fraud and ballot irregularities has been thoroughly investigated, litigated, and ultimately disproven. And yet he persists in repeating the lies to anyone who will listen, which is a rapidly shrinking number given how many former allies, staff, and cabinet members have resigned or otherwise abandoned the president since he incited a violent mob to attack the U.S. Capitol on January 6.

Trump likes holding records, and he has accumulated quite a few in the last year alone. He is the only president to be twice impeached, and his abject failure to deal with the COVID-19 pandemic has left a horrifying 400,000 Americans dead. On January 20th, Trump will become the first president since Andrew Johnson in 1869 not to attend his successor’s inauguration.

The United States has for the past two centuries been a beacon of democracy, and nowhere is this represented more than in the peaceful transition of power once an election is over. Tragically, it is not in Trump’s mentality to admit defeat or gracefully move ahead. Instead, he continued to make baseless allegations designed to undermine his supporters’ confidence in an election that, even according to his own administration, was likely the most secure and transparent in history. And many fear the violence Trump inspired on January 6th is not yet over.

Trump’s childish behavior might be comical were it not so dangerous, and reminiscent of another fallen leader who in the spring of 1945 retreated to his Führerbunker to rail against conspiracies and enemies real and perceived, all the while utterly unable to comprehend his own failure. You know what they say about history. (La Semana)