DACA nueve años después / DACA nine years on
Por Maribel Hastings | WASHINGTON, DC
Esta semana, hace nueve años, el 15 de junio de 2012, el expresidente demócrata Barack Obama amparó a los Dreamers de la deportación mediante orden ejecutiva, tras una intensa campaña de presión de los propios Soñadores y de organizaciones proinmigrantes.
Obama lo hizo antes de su reelección, cuando buscaría el voto sin haber cumplido su promesa de impulsar una reforma migratoria amplia, y luego de que su administración intensificara las deportaciones en un intento fallido por buscar apoyo republicano para la esquiva reforma.
Dos años antes, en 2010, los demócratas habían perdido el control de la Cámara de Representantes en las elecciones de medio tiempo.
El presidente fue reelecto con mayor apoyo hispano que 2008, y en su segundo período impulsó, en 2013, un plan de reforma migratoria para legalizar a millones, el cual fue aprobado por el Senado demócrata, pero que nunca fue considerado en la Cámara de Representantes de mayoría republicana.
La orden ejecutiva de DACA demostró que aunque la inmigración no necesariamente es el tema central para todos los votantes latinos, sí lo es para muchos a la hora de decidir cómo y por quién votan, ya sea porque tienen amistades o familiares que se beneficiarían de una reforma, o simplemente por empatía o por entender que la legalización de millones no solo beneficia a individuos y familias, sino a las comunidades, a la economía y al país.
En 2017, el republicano Donald J. Trump suspendió DACA. En junio de 2020 la Corte Suprema falló que la suspensión no había seguido ciertos procedimientos y ordenó que se restituyera a su forma original. El DHS durante Trump la restituyó, pero sin abrirla a nuevas solicitudes y con menos protecciones. En diciembre de 2020 un juez federal restituyó el programa a su forma original, y este año el demócrata Joe Biden reforzó la orden ejecutiva al asumir la presidencia.
Nueve años después de DACA, tristemente seguimos sin una solución legislativa permanente para legalizar y ofrecer un camino a la ciudadanía, no solo para los Dreamers sino para millones de indocumentados como los trabajadores agrícolas, los empleados esenciales en otras industrias, así como beneficiarios del TPS, entre otros.
Los Dreamers son quizá el grupo de indocumentados que más apoyo genera entre la población, por tratarse de individuos que arribaron a este país cuando eran niños.
De manera que no será sorprendente que, al conmemorarse el noveno aniversario de DACA, muchos serán los discursos y las declaraciones sobre la efectividad del programa y sobre la necesidad de legalizarlos de manera permanente, y no solo de protegerlos de la deportación y concederles permiso de trabajo mediante orden ejecutiva.
Entre los muchos que alabarán a los Dreamers estarán figuras republicanas que por un lado dicen apoyar a este sector y por el otro han bloqueado repetidamente los esfuerzos por legalizarlos.
Y este año se ha conmemorado no solo el noveno aniversario de DACA, sino los 20 años desde la primera vez que se presentó el proyecto de ley Dream Act para legalizar a los Soñadores. Fue sometido por primera vez en abril de 2001 por los senadores Dick Durbin, demócrata de Illinois, y Orrin Hatch, republicano de Utah.
Más aún, este año se cumplen 35 desde la promulgación de la última verdadera amnistía del 6 de noviembre de 1986 por el presidente republicano Ronald Reagan.
Es decir, que ya los discursos de apoyo a DACA, al Dream Act y a la reforma los conocemos de memoria. Ya es hora de actuar y producir resultados, sobre todo considerando que al momento los demócratas controlan las ramas Ejecutiva y Legislativa.
El aniversario de DACA y sus historias de éxito debe ser recordatorio de que regularizar indocumentados es buena política pública; que debe hacerse de manera legislativa y permanente; y que debe ir más allá de los Dreamers, beneficiando a los millones que llevan décadas aguardando por una resolución.
DACA nine years on
By Maribel Hastings | WASHINGTON, DC
This week, nine years ago, on June 15, 2012, former Democratic President Barack Obama protected the Dreamers from deportation by executive order, following an intense lobbying campaign from the Dreamers themselves and from pro-immigrant organizations.
Obama did so before his reelection, when he would seek the vote without fulfilling his promise to push for comprehensive immigration reform, and after his administration intensified deportations in a failed attempt to seek Republican support for the elusive reform.
Two years earlier, in 2010, Democrats had lost control of the House of Representatives in the mid-term elections.
The president was reelected with greater Hispanic support than 2008, and in his second term he promoted, in 2013, an immigration reform plan to legalize millions, which was approved by the Democratic Senate, but was never considered in the Republican controlled House of Representatives.
The DACA executive order demonstrated that while immigration is not necessarily the central issue for all Latino voters, it is for many when deciding how and for whom they vote, either because they have friends or family who would benefit from a reform, or simply out of empathy or understanding that the legalization of millions not only benefits individuals and families, but also communities, the economy and the country.
In 2017, Republican Donald J. Trump suspended DACA. In June 2020 the Supreme Court ruled that the suspension had not followed certain procedures and ordered that it be restored to its original form. The DHS during Trump reinstated it, but without opening it to new requests and with fewer protections. In December 2020, a federal judge restored the program to its original form, and this year Democrat Joe Biden reinstated the executive order when he assumed the presidency.
Nine years after DACA, we sadly remain without a permanent legislative solution to legalize and provide a path to citizenship, not only for Dreamers but for millions of undocumented such as farm workers, essential employees in other industries, as well as TPS recipients, among others.
The Dreamers are perhaps the undocumented group that generates the most support among the population, as they are individuals who arrived in this country as children.
So it will not be surprising that, as DACA’s ninth anniversary commemorates, there will be many speeches and statements about the effectiveness of the program and the need to permanently legalize them, and not just protect them from deportation and grant them permission to work by executive order.
Among the many who will praise the Dreamers will be Republican figures who on the one hand claim to support this sector and on the other have repeatedly blocked efforts to legalize them.
And this year has marked not only the ninth anniversary of DACA, but the 20 years since the Dream Act bill was first introduced to legalize Dreamers. It was first submitted in April 2001 by Senators Dick Durbin, a Democrat from Illinois, and Orrin Hatch, a Republican from Utah.
Furthermore, 2021 marks 35 years since the promulgation of the last true amnesty on November 6, 1986 by Republican President Ronald Reagan.
In other words, we already know the speeches in support of DACA, the Dream Act and the reform by heart. It is time to act and produce results, especially considering that at the moment the Democrats control the Executive and Legislative branches.
The anniversary of DACA and its success stories should be a reminder that regularizing the undocumented is good public policy; that it must be done in a legislative and permanent manner; and that it should go beyond the Dreamers, benefiting the millions who have been waiting for a resolution for decades. (America’s Voice)
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