Imputación de Trump pone a prueba lademocracia de EEUU / Trump’s indictment tests the U.S. democracy
Por Maribel Hastings y David Torres | WASHINGTON, DC
El drama de la imputación del expresidente Donald Trump por 34 cargos criminales, de los cuales se declaró no culpable, puso de manifiesto que los procesos democráticos siguen funcionando y que nadie está por encima de la ley en Estados Unidos. Pero al mismo tiempo plasma el peligro que corre esta democracia cuando el imputado, sus seguidores y el mismísimo Partido Republicano, al que pertenecen, siguen minando la democracia al atacar el proceso judicial, del mismo modo que han atacado las elecciones, cuando el resultado no les favorece.
Es decir, quienes aún apoyan a Trump demuestran con su ceguera ideológica que lo que menos les importa es preservar la democracia estadounidense como la conocemos y que, en todo caso, lo que prefieren es convertir en ejecutor de los valores y los principios de pluralidad política en que está fundada esta nación a un oscuro empresario que ha buscado por todos los medios la protección del fuero constitucional para evitar ser enjuiciado por todos los delitos de los que se le acusa. Y no son pocos.
Es la misma cantaleta republicana con la que fueron preparando el terreno a fin de seguir abriendo paso al extremismo que emana de Trump desde que anunció su candidatura presidencial en 2015, acusando a los inmigrantes de todos los males del país y utilizando su retórica para socavar a las minorías hasta colocarlas en la categoría de “bad hombres”. Pero lo único que queda claro hoy, con las 34 imputaciones en su contra, es que el verdadero “bad hombre” parece ser Donald Trump, quien será juzgado por un inmigrante, el juez Juan Manuel Merchán, de origen colombiano.
Pero la cosa no para ahí. La congresista Elise Stefanik, quien preside la conferencia republicana de la Cámara Baja, dijo que la fiscalía de Nueva York está enfrascada en una “cacería de brujas”, mientras que el líder republicano Steve Scalise declaró que “es un claro ejemplo de los extremistas demócratas que utilizan al gobierno como arma para atacar a sus opositores políticos”.
Y este martes, la congresista republicana de Georgia, Marjorie Taylor Greene, una de las más acérrimas defensoras de Trump, famosa por diseminar teorías conspirativas de nativistas blancos, acudió a un mitin que se organizó en Manhattan a favor de Trump, pero finalmente lo abandonó porque los ruidos de silbatos y abucheos contra el expresidente la ahogaron, reportó la prensa. Se informó además que, en entrevista con Right Side Broadcasting, Taylor Greene comparó a Trump con “Nelson Mandela” y con “Jesucristo”. Dijo Taylor Greene, según reportes, que “Jesús fue arrestado y asesinado por el gobierno romano”.
¿Puede haber mayor desfachatez y deleznable cinismo que el de Greene, de tratar de hacer comparativos históricos con figuras que han caminado por vías diametralmente opuestas al cinismo, la bravuconería, la misoginia, la falsedad, la cobardía y el racismo de un personaje como Donald Trump, quien será recordado como lo peor que le ha ocurrido a la historia de Estados Unidos?
Aunque líderes republicanos del Senado se han mantenido, hasta ahora, a raya en el tema de la imputación de cargos contra Trump, el hecho de que la plana mayor de la Cámara Baja y del partido sigan defendiendo al expresidente, denota el arraigo y el poder de su figura en ruta al proceso de selección del próximo nominado republicano a la presidencia.
De hecho, sus índices de aprobación en medio de este proceso legal han mejorado y su campaña reveló que desde que se anunció la presentación de cargos el pasado jueves, la campaña de Trump ha recaudado 7 millones de dólares. Esa cantidad de dinero, la cual seguramente aumentará al paso de los días, dice mucho de ese segmento de la población estadounidense que aún sigue a un embaucador ideológico, cuya retórica antiinmigrante y xenófoba ha sido repetida por otras figuras republicanas, derivando en masacres en El Paso y Buffalo.
Se trata de otra prueba de fuego para esta democracia que en 2024 volverá a decidir quién presidirá la nación, mientras Trump, el primer expresidente imputado por cargos criminales en la historia de Estados Unidos, pretende regresar a ese puesto por vías alejadas de la ley y de la propia democracia. (America’s Voice)
Trump’s indictment tests the U.S. democracy
By Maribel Hastings y David Torres | Washington, DC
The drama over the indictment of ex-President Donald Trump on 34 criminal charges, of which he declares to be “not guilty,” has shown that democratic processes continue to work and that no one in the United States is above the law. But at the same time, it captures the danger that this democracy is confronting when the accused, his followers, and the very Republican Party to which they belong, continue to undermine democracy by attacking the judicial process, just as they attacked elections when the result was not in their favor.
Those who support Trump are showing, through their ideological blindness, that they are less concerned about preserving the U.S. democracy as we know it, and would rather make some businessman—who has tried to use any method of protection available in the constitutional realm to avoid being tried for all of the crimes he is accused of, and they are many—become the executor of the values and principles of the political plurality on which this nation is founded.
It’s the same Republican song and dance they have been using to prepare the ground, with the goal of continuing to open space for the extremism that Trump emanates, since he announced his presidential candidacy in 2015, accusing immigrants of all the country’s ills and maligning minorities through his rhetoric—to the point of even classifying them as “bad hombres.” But the only thing that remains clear today, with 34 charges against him, is that the real “bad hombre” seems to be Donald Trump, who will be judged by an immigrant of Colombian descent, Judge Juan Manuel Merchán.
This Tuesday, Republican Congresswoman Marjorie Taylor Greene, of Georgia, one of Trump’s staunchest defenders, famous for disseminating white nationalist conspiracy theories, attended a pro-Trump rally in Manhattan, but ultimately left because the noise of whistles and boos against the ex-President drowned her out, according to press reports. It was further reported that, in an interview with Right Side Broadcasting, Taylor Greene compared Trump to “Nelson Mandela” and “Jesus Christ.” Taylor Greene said, according to reports, that “Jesus was arrested and murdered by the Roman government.”
Could there be any greater audacity and contemptible criticism than Greene’s, trying to make historic comparisons to figures who have walked paths that are diametrically opposite to the cynicism, bravado, misogyny, lies, cowardice, and racism of a character like Donald Trump, who will be remembered as the worst ever in the history of the United States?
Although Senate Republican leaders have so far stayed away from the topic of Trump’s indictment, the fact that the upper leadership of the House of Representatives and of the party continue to defend the ex-President denotes the level of power this figure has, in the lead up to the selection process for the next Republican presidential nominee.
In fact, his approval ratings in the midst of this legal process have improved, and his campaign revealed that when the charges last Thursday were announced, the Trump campaign raised $7,000,000. That amount of money, which has surely increased as the days go on, says a lot about this segment of the U.S. population that is still following this ideological fraud, whose anti-immigrant and xenophobic rhetoric has been echoed by other Republican figures and led to the massacres in El Paso and Buffalo.
It’s just another litmus test for this democracy which, in 2024, will once again decide who will lead the nation while Trump, the first former President indicted on criminal charges in the history of the United States, attempts to return to this post using methods far removed from the law, and democracy itself. (America’s Voice)
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