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De vagabundo a joyero / Manuel Bojorquez: From homeless to jeweler

Por Guillermo Rojas y Victoria Lis Marino | Tulsa, OK

Manuel Bojorquez solia vivir en las calles de Tulsa vagabundeando sin rumbo, sin un techo donde dormir, soñando con un futuro que nunca parecía llegar. Un divorcio devastador lo dejó en la calle sin nadie que lo cuidase, nadie que le ofreciese donde caerse muerto. Pero este descendiente de mexicanos utilizó la determinación de su sangre para capitalizar de la vida en las calles y descubrir un nuevo talento oculto, la pasión por arreglar cosas y construir joyas hechas de basura. “Encontraba pedazos de cosas en los estacionamientos, agarraba todo y después creaba cosas nuevas”, explicó. “Después la gente empezó a donarme piedras y otras piezas hermosas y decidí realizar collares y brazaletes personalizados”, agregó soñando con abrir una tienda online con sus productos.

Bojorquez ha pasado por muchas cosas a lo largo de su vida, y hay quien podría decir que su camino comenzó torcido, porque realmente tuvo mala suerte. Nació en el seno de una familia completamente disfuncional en Nuevo México y fue obligado por sus padres, a temprana edad a abandonar la escuela, por la peor razón de todas: proteger a un hermano delincuente. “Tuve que dejar la escuela porque mi hermano andaba siempre metido en problemas y había que mudarse constantemente porque o estaba en la cárcel o en reformatorios y evitábamos eso escapándonos todo el tiempo”, confesó el artista que como resultado es casi analfabeta.

A sus quince años Manuel amaba correr en bicicleta y hasta pensaba en convertirse en un deportista de elite, pero otra catástrofe lo dejó mirando al Sudoeste. “Dejé a mi novia embarazada y me convertí en padre. Fue la cosa más increíble pero no tuve más tiempo para jugar, tuve que buscar un empleo y dejar de ser un niño porque un niño no puede criar a otro”, admitió con pena.

La paternidad le dio una inmensa alegría y le mostró un amor desconocido y compasivo que lo obligó a mejorar su vida. “Quise mejorar, que mis hijos me mirasen y vieran a un buen padre”, contó sobre sus tiempos de estabilidad, que duraron hasta que llegó la siguiente tormenta.

Un divorcio tortuoso y varios golpes a la conciencia lo dejaron en las calles, durmiendo bajo las estrellas y sin dinero para comer. “Ser un vagabundo me hizo querer trabajar mas duro. La gente nunca se detiene a pensar en lo que se requiere para no terminar en las calles, lo duro que es no tener a nadie que se preocupe por ti. Lo terrible de no poder ganar $20 para comprarte una hamburguesa con fritas”, espetó.

Por suerte rápidamente se percató de su talento y lo utilizó para abrir una tienda en Ebay que le dio esperanza sobre el futuro. “ Cuando vi que a la gente le gustaban mis piezas empecé a venderlas. Quiero rediseñar la forma en la que la gente viste las joyas y hacerlas más confortables”, explicó.

Con un nuevo propósito en la vida Manuel dejó de hurgar en tachos de basura y usó el poder de sus manos para encontrar su camino, uno donde no solo es joyero, sino también arregla cosas, un Handyman, listo para ayudar a sus clientes. “Siempre fui muy curioso de como funcionaban las cosas. Cuando tenía 16 desarmaba televisiones. Y me encantaba observar, veía cosas y aprendía, siempre fui bueno con las manos”, confesó, asegurando que se siente bien cuando le pagan por usar su talento.

Ahora, con una cama donde dormir y un techo bajo su cabeza Manuel piensa en el futuro y resignifica el poder del trabajo y el estudio. “Quiero poder convertirme en un proveedor para mi familia y dejarles un legado, el eco de mi alma, la marca que dejamos en el mundo”, expresó. “Y quiero que la gente sea feliz, porque es la única manera en la que yo también lo soy. Ansío ver el rostro de las personas sonriendo después de que les arreglé algo. El mundo se cae a pedazos y se requieren más personas que contribuyan para hacer el bien”, agregó a conciencia de que todo lo vivido lo hizo un mejor ser humano.

A todos aquellos allí afuera desesperados por salir de las calles y darle un giro a su vida Manuel les aconseja: “Trabajen lo más duro que puedan y estudien, porque es algo que hay que hacer y no lo sabes hasta que creces y te das cuenta de que debes hacerte cargo de ti mismo”, concluyó. (La Semana)

Manuel Bojorquez: From homeless to jeweler

By Guillermo Rojas and Victoria Lis Marino | Tulsa, OK

Manuel Bojorquez used to live on the streets of Tulsa, wandering around without a home thinking about a better future that never came. A rough divorce left him stranded on the streets with no one to take care of him, with no one to provide. But this second-generation Mexican American capitalized on his vagabond days to discover a secret talent, a passion for fixing things and designing jewelry made from trash. 

“I found things at parking lots, gathered all and created new things”, Bojorquez recalled. “Then, people started donating me stones and other beautiful pieces and I began customizing necklaces and bracelets.” 

Bojorquez has been through a lot, so much one could say his life was doomed from the start. Born into a dysfunctional family in New Mexico, he was forced to drop out school for all the wrong reasons, protecting a delinquent brother. 

“I had to leave early because my brother was always in trouble. We had to travel from place to place ‘cause he was always in juvenile hall or jail and we avoided it by jumping around,” confessed the artist, who, as a result is almost illiterate. 

By the time he was fifteen he loved riding bicycles, and even dreamt about a future in that industry, until another life changing event came around. 

“I got my girlfriend pregnant and became a dad. It was an incredible feeling, but I had no more time to play around, I had to find a job and could not be a kid no more. You can’t be a kid and raise another one,” he admitted painfully. 

Still, the immense joy of becoming a new father taught him an unknown love and compassion that forced him to improve. 

“I wanted to get better, I wanted my children to look up and see a good father,” he said, and tried to make do, until another storm touched ground.

A painful divorce and other heavy blows left him on the streets, sleeping under the sky and with not enough money to eat. “Being a homeless made me want to work harder. People don’t realize what it takes not to be homeless, what it is to have no one to care for you. How difficult it is to win $20 bucks to buy a cheeseburger with fries,” he said. 

Luckily, he soon realized he had a talent, and used it to open an Ebay business that gave him new courage and raised his hopes. “When I realized people loved my pieces, I started selling them. I want to redesign the way in which people wear jewels, make them more comfortable,” he said.

With a new purpose in life, Bojorquez stopped digging in trash cans, sleeping outside and used his hands to find his way through life, because he not only creates designs, but he also works as a handyman, fixing things for regular clients. 

“I have always been curious of the way in which things work. I was taking TVs apart when I was 16. And I liked to observe, what monkey sees monkey does, you see something once you already know how to do it and the truth is I have always been good with my hands,” he observed, admitting he discovered how good he was the first time he got paid. 

Now, with a bed to sleep in and a roof over his head, Bojorquez thinks about the future and cherishes the value of working, studying, and keeping busy. 

“I want to be able to provide for my family and leave a legacy — an echo of something, the mark that we leave for this world,” he said, expecting to use his skills to make more people happy. “I want everybody to be happy, that’s the only way I’m happy too, I like seeing people smile and seeing their faces after I fix something for them. The world is falling apart and needs more people who want to contribute to something good.”

To all those out there desperate to get out from the streets and change their lives Bojorquez advises: “Work as hard as you can and study — school is something you need to do, and you don’t know how important it is until you are old and realize you need to take care of yourself.” (La Semana)