Una “curita” para un paciente en estado de crisis / A “band-aid” for a patient in a state of crisis
Por José López Zamorano
No va a ser fácil encontrar a una sola persona que aplauda la nueva política migratoriade la era Biden.
Su decisión de poner fin al Título 42 fue valerosa, después de todo se trataba de unareliquia de la era Trump que cerró la puerta a más de 2 millones de migrantes,ignorando los compromisos de Estados Unidos con las leyes domésticas einternacionales de asilo.
Pero sustituirla con el Título 8, con amenazas de castigos de 5 años de prohibición deingreso a Estados Unidos e incluso penas carcelarias a migrantes reincidentes, asícomo con una fuerza militarizada en la frontera, no puede ser motivo de regocijo.
Con el rostro sonriente, el secretario de seguridad Alejandro Mayorkas, resaltó que elnúmero de “encuentros” en la frontera fue 50% menor después del fin del Título 42,comparado con los números que se registraron en los días previos.
Que hasta el momento no se haya detonado un caos fronterizo es bueno. Pero, comoel propio Mayorkas lo sugirió, es prematuro lanzar las campanas al vuelo.
Porque esta administración nos convenció que una solución duradera al fenómeno dela migración hacia Estados Unidos pasa por resolver las causas estructurales queempujan a familias enteras al viaje más peligroso de sus vidas.
En ese aspecto ha habido muchas promesas y pocos resultados. Sería una lástima queEstados Unidos se conforme con tranquilizar la situación en la frontera y resolver losproblemas de raíz, a través de propuestas integrales como la hizo el senador BobMenéndez.
Por supuesto nadie espera que el problema se solucione de la noche a la mañana, y seentiende que las inversiones para atacar las causas de raíz son casi imposibles delograr en medio de la disfuncionalidad de la clase política en Washington, pero almenos es importante delinear una hoja de ruta, no sólo una estrategia de contencióncon componentes militares y punitivos.
La gran paradoja es que los republicanos aprobaron una iniciativa de ley condisposiciones tan draconianas, que las acciones de la administración Biden parecenpor comparación como generosas.
La iniciativa de ley republicana resucita algunas de las políticas más infames de la erade Donald Trump, incluido terminar el muro fronterizo, la deportación acelerada de lamayoría de solicitantes de asilo, la restauración de polémico programa Quédate enMéxico y e E-Verify a gran escala.
Tiene razón el legislador demócrata Jerry Nadler: “Mis colegas republicanos estántratando de llevarnos de regreso a las políticas fallidas, ilegales e inmorales de laadministración Trump. Las acciones migratorias radicales, inhumanas y racistas delexpresidente… socavaron nuestra posición moral en el mundo y no nos hicieron másseguros”.
Nadie debe tener su conciencia tranquila con el actual estado de cosas. Un aliviotemporal es una “curita” para un paciente que requiere de cirugía mayor. (La Red Hispana)
A “band-aid” for a patient in a state of crisis
By Jose Lopez Zamorano
It will not be easy to find a single person who applauds the new immigration policy of the Biden era.
His decision to end Title 42 was a courageous one — after all, it was a relic of the Trump era that closed the door on more than 2 million migrants, ignoring America’s commitments to domestic and international asylum laws.
But replacing it with Title 8, with threats of 5-year bans from entering the United States and even jail sentences for repeat migrants, as well as a militarized force at the border, cannot be cause for rejoicing.
With a smiling face, the secretary of security, Alejandro Mayorkas, highlighted that the number of “encounters” at the border was 50% less after the end of Title 42, compared to the numbers that were registered in the previous days.
That so far no border chaos has been triggered is good. But, as Mayorkas himself suggested, any celebration would be premature.
This is in part because this administration convinced us that a lasting solution to the phenomenon of migration to the United States involves resolving the structural causes that push entire families on the most dangerous journey of their lives.
In that aspect there have been many promises and few results. It would be a shame for the United States to settle for calming down the situation on the border but not resolving the root problems, through comprehensive proposals.
Of course, nobody expects the problem to be solved overnight, and it is understood that investments to attack the root causes are almost impossible to achieve in the midst of the dysfunctionality of the political class in Washington, but it is important to at least draw a sheet route, not just a containment strategy with military and punitive components.
The great paradox is that the Republicans passed a bill with such draconian provisions that the actions of the Biden administration seem generous by comparison.
The Republican bill resurrects some of the most infamous policies of the Donald Trump era, including ending the border wall, expedited deportation of most asylum seekers, restoring the controversial Stay in Mexico program and full-scale E-Verify.
“My Republican colleagues are trying to bring us back to the failed, illegal and immoral policies of the Trump administration,” said Democratic congressman Jerry Nadler. “The radical, inhumane and racist immigration actions of the former president… undermined our moral standing in the world and did not make us safer.”
Nobody should have a clear conscience with the current state of affairs. A temporary relief is a “band-aid” for a patient who requires major surgery. (Hispanic Network)