Cometió la Corte un error “supremo” sobre la “acción afirmativa” / The Court made a “supreme” error on “affirmative action”
Por José López Zamorano
La polémica decisión de la Suprema Corte de Justicia de excluir al factor racial como una de las consideraciones para la admisión a universidades develó nuevamente las profundas divisiones de Estados Unidos en temas sociales.
Un sondeo de la cadena ABC muestra que un 52% de los adultos estadounidenses respaldó el fallo, comparado con 32% que se opuso.
Las divisiones se extienden a lo largo de líneas raciales: La mayor parte de blancos no- hispanos y asiáticos estuvieron de acuerdo, los latinos están divididos por la mitad, mientras que 52% de los afroamericanos rechazó el dictamen del máximo tribunal.
El argumento central del presidente de la Corte, el juez John Roberts es que un estudiante debe ser tratado en función de sus experiencias como individuo, no en función de la raza”.
En su opinión, los programas de admisión de Harvard y Carolina del Norte, así como de otras universidades han concluido erróneamente, que la identidad de un individuo no son los desafíos superados, las habilidades desarrolladas o las lecciones aprendidas, sino el color de su piel. Como era de esperarse, Donald Trump y Ron DeSantis le aplaudieron a Roberts.
En la otra esquina, para los detractores de la medida, es obvio que la decisión de los 6 jueces conservadores de la Corte Suprema profundiza la inequidad en el acceso a la educación superior y coloca a los estudiantes hispanos y afroamericanos en clara desventaja frente a otros grupos étnicos y raciales.
La única magistrada de origen hispano del tribunal Sonia Sotomayor, quien es ella misma producto de los resultados de la acción afirmativa dejó en claro que el fallo exacerba la segregación y subvierte la garantía constitucional de igual protección, al afianzar aún más la desigualdad racial en la educación.
En mi opinión, el fallo de la Corte refleja la miopía de los magistrados conservadores para entender que la mayoría de los estudiantes que provienen de las minorías fueron educados en sistemas locales educativos carentes de recursos, por corresponder a códigos postales donde el ingreso de las familias determina la calidad de la experiencia educativa.
Para muestra un botón: Tanto las academias del ejército, la Marina y de la Fuerza Aérea practican explícitamente la acción afirmativa en sus programas de admisión, lo cual ha resultado en mayor diversidad dentro de las fuerzas armadas de Estados Unidos.
Molesto por el fallo, el presidente Biden instruyó al Departamento de Educación paraque analice qué prácticas ayudan a construir cuerpos estudiantiles más inclusivos y diversos y qué prácticas frenan eso, como las admisiones heredadas. También dejó en claro que los colegios y universidades deben continuar con su compromiso de apoyar, retener y graduar a estudiantes diversos.
Es cierto que el fallo de la corte dejó abierta una puerta: la raza pueda ser considerada siempre y cuando sea un factor en la experiencia vital de un solicitante de ingreso a una universidad, es decir si el origen étnico o racial de un estudiante lo ayudó a formar su carácter o aspiraciones. Y eso se debe plasmar en los ensayos de ingreso.
Estados Unidos ya tuvo su primer presidente afroamericano y esperemos que no pasen muchos años antes de qué tenga a una presidenta o presidente latino. Mientras tanto es importante recordarle a la corte y a las instituciones de educación superior que la discriminación todavía existen en este país y que es responsabilidad de todos aliviar, no profundizar, la inequidad social. (Para La Red Hispana)
The Court made a “supreme” error on “affirmative action”
By Jose Lopez Zamorano
The controversial decision of the Supreme Court of Justice to exclude race as one of the considerations for admission to universities once again revealed the deep divisions in the United States on social issues.
An ABC poll shows that 52% of US adults supported the ruling, compared with 32% who opposed it.
The divisions run along racial lines: Most non-Hispanic whites and Asians agree, Latinos are split down the middle, while 52% of African-Americans reject the highest court’s ruling.
The central argument of the president of the Court, Justice John Roberts is that a student should be treated based on his experiences as an individual, not based on race.
In his opinion, the admission programs at Harvard and North Carolina, as well as other universities, have erroneously concluded that an individual’s identity is not challenges overcome, skills developed, or lessons learned, but the color of your skin. As expected, Donald Trump and Ron DeSantis applauded Roberts.
In the other corner, for the detractors of the measure, it is obvious that the decision of the six conservative justices of the Supreme Court deepens the inequality in access to higher education and places Hispanic and African-American students at a clear disadvantage compared to other ethnic and racial groups.
The court’s only Hispanic-origin justice, Sonia Sotomayor, who is herself a product of affirmative action, made it clear that the ruling exacerbates segregation and subverts the constitutional guarantee of equal protection, further entrenching racial inequality in education.
In my opinion, the Court’s ruling reflects the myopia of conservative justices to understand that the majority of students who come from minorities were educated in local educational systems lacking resources, because they correspond to zip codes where the income of families determines the quality of the educational experience.
The Army, Navy and Air Force academies explicitly practice affirmative action in their admissions programs, which has resulted in greater diversity within the US military.
Upset by the ruling, President Biden directed the Department of Education to look at what practices help build more inclusive and diverse student bodies and what practices hold that back, such as legacy admissions. He also made it clear that colleges and universities must continue their commitment to support, retain, and graduate diverse students.
It is true that the court ruling left a door open: race can be considered as long as it is a factor in the life experience of an applicant to enter a university, that is, if a student’s ethnic or racial origin helped him or her to form their character or aspirations. And that must be reflected in the admissions essays.
The United States already had its first African-American president, and we hope that it won’t be many years before it has a Latino president. In the meantime, it is important to remind the court and institutions of higher learning that discrimination still exists in this country and that it is everyone’s responsibility to alleviate, not deepen, social inequality. (For the Hispanic Network)
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