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Legalizar a los indocumentados sería la mejor Acción de Gracias / Legalizing the undocumented would be the best Thanksgiving

Por Maribel Hastings y David Torres | WASHINGTON, DC

Casi hemos convertido en una tradición utilizar el festivo de Acción de Gracias para reconocer la importante labor que día a día realizan los migrantes en este país, particularmente quienes se encargan de sembrar, pizcar y procesar los alimentos que millones de familias disfrutarán con los suyos este jueves: los trabajadores agrícolas.

En efecto, es el campo de donde nace todo y del que depende la supervivencia. Y hoy mismo es innegable el hecho de que las manos que cultivan las tierras estadounidenses son cien por ciento de migrantes que, sin faltar a su responsabilidad laboral, garantizan que en la mesa haya alimento suficiente no solamente en los días de celebración, sino todo el año y todos los años.

Sin embargo, en este momento soplan vientos huracanados ahora que Donald Trump se perfila como el favorito para ganar la nominación presidencial republicana. Y ya dejó muy claro que si vuelve a la Casa Blanca, el panorama para los indocumentados será de terror: detenciones y deportaciones sumarias; centros de internamiento; intentos de impedir la ciudadanía por nacimiento a hijos de indocumentados, entre muchas otras barbaridades. Lo que no se dice es que esos indocumentados viven en familias de situación migratoria mixta y tienen cónyuges e hijos que son residentes y ciudadanos estadounidenses.

Es decir, la promesa que hace a los suyos el expresidente más antiinmigrante de la historia del país tiene la doble intención de socavar a un segmento de la población que sí trabaja y hace lo que le corresponde, además de trastocar el tejido social que define al Estados Unidos de este siglo, y que le seguirá afinando el rostro conforme avance la demografía.

Y tampoco los demás salimos bien librados, porque este reino de terror al que Trump aspira supone el uso de perfiles raciales de manera que residentes y ciudadanos también pueden quedar vulnerables a ser detenidos o sus derechos violentados. No solo eso. Trump, de ser el nominado y ganar la presidencia, viene con sed de venganza y aires de dictador. Y no cabe duda de que usará el poder para minar nuestros derechos y atentar contra la democracia misma.

Pero, por otro lado, digamos que las noticias han sido mixtas: miles han recibido el Estatus de Protección Temporal (TPS) que incluso se ha ampliado para algunas naciones, como es el caso de Venezuela, aumentando la cifra de quienes pueden beneficiarse. Asimismo, le han concedido permisos humanitarios a migrantes de ciertos países y se siguen buscando vías para promover la inmigración regular sin exponerse a rutas peligrosas y mortales, aunque cientos de miles lo siguen y seguirán intentando.

Pero los que llevan décadas aquí sin papeles todavía no ven una luz al final del proverbial túnel.

Como escribimos en 2013, este movimiento de la lucha por una reforma migratoria nos permite conocer lo mejor y lo peor de los seres humanos. Lo peor son los que como Trump se alimentan del racismo, la xenofobia y el extremismo. Lo mejor son esos otros sectores del país que reconocen el papel que han jugado los inmigrantes en la historia de esta joven nación. Y lo son los inmigrantes con su ética de trabajo, su tesón y valentía. Son historia viva aunque los antiinmigrantes como Trump, DeSantis, Abbott y los suyos quieran invisibilizarlos con discursos y con leyes extremadamente draconianas.

Así, celebramos a los inmigrantes por su perseverancia y por seguir adelante levantando con su trabajo y su esfuerzo no solo a sus familias, sino a esta nación que tiene una enorme deuda con ellos. (America’s Voice)

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Legalizing the undocumented would be the best Thanksgiving

By Maribel Hastings and David Torres | WASHINGTON, DC

We have almost made it a tradition to use the Thanksgiving holiday to recognize the important work that migrants do every day in this country, particularly those in charge of planting, picking and processing the food that millions of families will enjoy with their loved ones this Thursday: agricultural workers.

Indeed, it is the field from which everything is born and on which survival depends. And today the fact is undeniable that the hands that cultivate the American lands are one hundred percent migrants who, without failing in their work responsibility, guarantee that there is enough food on the table not only on the days of celebration, but throughout the day, this year and every year.

However, gale-force winds are blowing right now as Donald Trump emerges as the favorite to win the Republican presidential nomination. And he has already made it very clear that if he returns to the White House, the outlook for the undocumented will be one of terror: summary arrests and deportations; detention centers; attempts to prevent citizenship by birth to children of undocumented immigrants, among many other atrocities. What is not said is that these undocumented immigrants live in families with mixed immigration status and have spouses and children who are US residents and citizens.

That is to say, the promise that the most anti-immigrant former president in the country’s history makes to his people has the double intention of undermining a segment of the population that does work and does what it is supposed to do, in addition to disrupting the social fabric that defines the country. United States of this century, and that will continue to refine its face as demographics advance.

And the rest of us are not spared either, because this reign of terror to which Trump aspires involves the use of racial profiling so that residents and citizens can also be left vulnerable to being detained or having their rights violated. Not only that. Trump, if he is the nominee and wins the presidency, comes with a thirst for revenge and the air of a dictator. And there is no doubt that he will use power to undermine our rights and attack democracy itself.

But, on the other hand, let’s say that the news has been mixed: thousands have received Temporary Protected Status (TPS), which has even been expanded for some nations, such as Venezuela, increasing the number of those who can benefit. Likewise, they have granted humanitarian permits to migrants from certain countries and they continue to look for ways to promote regular immigration without exposing themselves to dangerous and deadly routes, although hundreds of thousands continue to do so and will continue trying.

But those who have been here without papers for decades still do not see a light at the end of the proverbial tunnel.

As we wrote in 2013, this movement of the fight for immigration reform allows us to know the best and the worst in human beings. The worst are those like Trump who feed on racism, xenophobia and extremism. The best thing are those other sectors of the country that recognize the role that immigrants have played in the history of this young nation. And immigrants are with their work ethic, tenacity and courage. They are living history although anti-immigrants like Trump, DeSantis, Abbott and their ilk want to make them invisible with speeches and extremely draconian laws.

Thus, we celebrate the immigrants for their perseverance and for continuing to move forward, lifting up with their work and effort not only their families, but this nation that owes them an enormous debt. (America’s Voice)