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De obrero a empresario / From construction worker to entrepreneur

Por Guillermo Rojas y Victoria Lis Marino | Tulsa, OK

Si alguien le hubiese dicho años atrás a Daniel Millán que viviría en Estados Unidos y tendría una empresa propia él seguramente lo hubiese descreído, es que migrar no estaba en sus planes. “En aquel tiempo tenía  17 años, vivía con mi padre y mis hermanos en el DF, y como mi papá era dueño de una empresa de taxis, yo tenía mi carro y ganaba mi propio dinero, estaba cómodo”, reconoció.

Sin embargo, su madre, que vivía en Macallan, Texas, quería algo mejor para él, y con esfuerzo pagó su viaje y a Daniel no le quedo otra que patear la frontera. “Vinimos caminando, pero gracias a dios mi mamá tuvo los contactos adecuados, porque fue algo peligroso pero ni nos dimos cuenta que habíamos cruzado”, reconoció.

Cuando el por aquel entonces adolescente desembarcó en  Macallan sintió una estocada en el corazón. “Es que el lugar era muy solitario, no tenía tráfico, habían tres semáforos y nada más, era un pueblito, y yo venía del DF sin conocer a nadie, sin hablar el idioma ni saber a dónde ir, no entendía nada”, dijo sobre su primera semana en el país. Pero gracias al estimulo de su madre Daniel ingresó rápidamente en el sistema escolar y logró aprender inglés en un abrir y cerrar de ojos. 

“Cuando me gradué vino de visita una de mis hermanas que estaba radicada en Tulsa y nos invitó a mudarnos aquí, la verdad ni lo pensamos porque vivíamos en una zona rural y de campo, vacas y caballos no entendíamos nada”, apuntó.

Y así fue como por el 2003 Millán llegó a la ciudad para cumplir con su destino. “Lo primero que hice fue buscar trabajo para poder pagar el departamento y lo conseguí con unas hermosas personas, los hermanos Justice”, dijo Daniel explicando como la dupla le enseñó todo sobre el mundo del siding y la colocación de ventanas.

Gracias a su dedicación y entrega Daniel logró progresar y aprender el negocio de cambio y reparación de ventanas  cuando llegó el momento adquirió sus propias herramientas e inició su emprendimiento.

Hoy, Daniel es dueño de HDM Services una empresa de remodelación de exteriores que maneja con su esposa Hailyn “Hace 19 años que estamos juntos y ella me ha ayudado mucho, con el inglés, con la cultura, las reglas, es una persona muy confiable y siempre doy gracias a dios por haberla encontrado”, admitió el empresario.

Con Hailyn a su lado trabajando codo a codo, nada es imposible para Daniel. “Recuerdo que décadas atrás, un amigo en común hizo una fiesta para presentármela, siempre me decía que tenía una gringa que me iba a caer bien.  Yo llegué tarde a la fiesta y ella se estaba yendo porque no quería esperar más. Pero tan pronto me vio, no me soltó nunca más”, recuerda Daniel entre risas. 

Hoy trabajan juntos, y ambos tienen la noción de que lo hacen de la mejor manera posible. “Puede ser que uno se canse por estar todo el día pegado, 8 horas en el negocio otras 8 horas en casa, y así por meses, pero eso también nos ayudó a crecer”, reconoció el empresario, asegurando que la solidez de la pareja es la base para afrontar nuevos desafíos.  

Tras 21 años aquí en Tulsa Millán reflexiona y concluye que en esta ciudad se convirtió en la persona que siempre debió ser, trabajando con responsabilidad, amando con intensidad y disfrutando de cada cosa que hace. “La realidad es que con mentalidad positiva y un buen plan todo puede llevarse a cabo, admitió. 

A los inmigrantes que recién inician su camino en el país Millán les recomienda: “Si están aquí en Estados Unidos es necesario aprender el idioma, respetar las leyes y buscar destacar en una habilidad personal para poder ofrecerla a otros y  progresar”. (La Semana)

Daniel Millán | Foto: Guillermo Rojas

From construction worker to entrepreneur

By Guillermo Rojas and Victoria Lis Marino | Tulsa, OK

If anyone had told him decades ago that he would become a successful businessman in the USA, Daniel Millan would have laughed it off, due in part because  migrating was never his intention. 

“In those times I was living with my brothers and my dad in DF, and had a good life. Dad owned a taxi company, and by 17, I already had my car and made decent money,” he recalled.

Daniel’s mother lived in Macallan, Texas and dreamed of a better future for her son. She eventually paid for his trip and asked him to cross the border. “We came walking and thank God mom had good contacts because I never realized where we stood, suddenly we arrived and here we were,” he acknowledged. 

When the then teenager disembarked in Macallan he felt a stab in the heart. “The place was so lonely, no traffic, only three stop lights and nothing more. I came from a big city, the DF, and knew no one, did not speak English, didn’t know what to do, I couldn’t understand the pace of life,” he said about his first days in America. But his mom helped and sent him to school, where he learned English quickly and started to mix with the locals.

“When I graduated one of my sisters who lived in Tulsa invited us to move to Oklahoma. We didn’t have to discuss it because we were living in a rural area and had no knowledge at all of cows, horses, and crops,” added Daniel, laughing. 

And just like that in June 2003 he landed in Tulsa to fulfill his destiny. “The first thing I did was find a job to pay rent, and started working with some beautiful people, the Justice Brothers,” he recalled. The duo taught Daniel the business of siding and window making.  And with commitment and dedication Daniel grew in experience and confidence, bought tools and opened his own business. 

Today he owns HDN Services  a company specializing in window replacement exterior remodeling  work, which he runs along his wife Hailyn. 

“We have been together for 19 years and she has helped me a lo with my English, the culture, the rules. I can trust her with my life, and I am always thankful for having found her,” he confessed. 

With Hailyn by his side nothing is impossible for Daniel. “I remember, decades ago, a friend of mine told me he had a nice gringa for me, and made a party to introduce us. I was super late and she was almost leaving, but she saw me and never let go,” he said.

Today husband and wife work together with the same spirit and always giving their best. “Sometimes it’s difficult because you work together for eight hours, then you go home and you are together all night, but that has also helped us grow,” recognized the businessman, stating the strength and solid foundations of the couple has allow them to try new challenges. 

After 21 years in Tulsa, Millan reflects on his life and concludes this city has made it possible for him to become the man he was always supposed to be, one that works diligently, loves with intensity, and enjoys everything the does. 

“The truth is that a positive mind and a good plan can carry you far in life,” he observed.

To all those immigrants who are new in town Millan recommends: “If you are here in America you must learn English, respect the rules and figure out what your talent is, so you can share it with the rest and succeed.” (La Semana)