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Crisis del agua en Ciudad de México / A crisis of water in Mexico City

Foto archivo: Mientras tanto en méxico

Por William R. Wynn y personal de La Semana | TULSA, OK

Imagínese no poder bañarse, ni lavar la ropa, ni fregar los platos, e incluso tener que racionar el agua potable. Esto se está convirtiendo en una realidad demasiado frecuente, y no en una lejana tierra del tercer mundo, sino en la ciudad más grande de Norteamérica. Ciudad de México, un gigante urbano en expansión con una población metropolitana que supera los 22 millones de habitantes, se enfrenta a una crisis del agua sin precedentes que amenaza con trastornar la vida de sus residentes. La lucha de la ciudad contra la escasez de agua no es un fenómeno nuevo, pero los últimos acontecimientos han exacerbado la situación, lo que ha aumentado la preocupación tanto de los ciudadanos como de las autoridades.

En el programa de televisión PBS News Hour, la reportera de Nation Public Radio Emily Green describió una visita reciente a Ecatepec de Morelos, en el área metropolitana de Ciudad de México.

“En este barrio no tienen agua corriente desde hace dos años”, dijo Green. “Y el agua corriente que tienen, sale y tiene un color marrón oscuro, y olía a aguas residuales”.

En el centro de la crisis se encuentra el sistema de abastecimiento de agua Cutzamala, que suministra aproximadamente el 25% del agua utilizada por el Valle de México, incluida Ciudad de México. Debido a la grave sequía, este sistema funciona actualmente a un 39% de su capacidad, un mínimo histórico que ha llevado a la Comisión Nacional del Agua (Conagua) a restringir la distribución de agua hasta en un 25% en un esfuerzo por conservar el menguante suministro. El resto del agua de la ciudad se obtiene de acuíferos subterráneos y depósitos fuera de la ciudad, pero este método es muy ineficiente, ya que aproximadamente el 40% del agua se pierde por fugas durante el transporte.

Los residentes de varios barrios han informado de que llevan meses sin agua del grifo, recurriendo a recoger agua en cubos y cubos de basura de los camiones, una medida provisional que subraya la gravedad de la situación. En algunas zonas han surgido conflictos por los limitados suministros, lo que pone de relieve las desesperadas condiciones a las que se enfrentan los afectados.

La crisis se ve agravada por una combinación de factores naturales y antropogénicos. El cambio climático ha provocado condiciones más secas y patrones de precipitaciones menos predecibles, lo que ejerce una presión adicional sobre los recursos hídricos de la ciudad, ya de por sí sobrecargados. La geografía de la ciudad, con su elevada altitud y su ubicación en el lecho de un antiguo lago, complica aún más la distribución del agua y los esfuerzos de conservación. El desarrollo urbano y la expansión de las infraestructuras han hecho que la zona sea propensa a las inundaciones durante la estación lluviosa, impidiendo que el agua de lluvia reponga el acuífero.

Los historiadores creen que la raíz del problema se remonta siglos atrás, a la época de los conquistadores. Cuando se fundó México D.F. en el siglo XIV, la zona era un paraíso acuático, con la ciudad en una isla del lago de Texcoco y numerosos canales para el transporte y el riego. Pero los españoles desecaron el lago por razones estratégicas y en un intento erróneo de controlar las inundaciones. Se cree que más de 30.000 personas murieron ahogadas y enfermas cuando las lluvias provocaron inundaciones que duraron cinco años.

Unos trescientos años más tarde, en el siglo XX, el gobierno mexicano agravó el problema rellenando y pavimentando docenas de ríos, con la esperanza de controlar las enfermedades transmitidas por el agua y, al mismo tiempo, crear más espacio para la construcción y el tráfico de automóviles. El resultado fue convertir Ciudad de México en un lugar aún más seco.

Entre las medidas adoptadas para hacer frente a la crisis figuran la reducción del caudal del sistema Cutzamala y el llamamiento a los habitantes para que ahorren agua. El gobierno de Ciudad de México y el Sistema de Aguas de la Ciudad de México (SACMEX) han invertido millones en iniciativas de recuperación de agua y proyectos de infraestructura destinados a mitigar la situación. A pesar de estos esfuerzos, los expertos advierten de que sin cambios significativos en los patrones de uso del agua y un esfuerzo concertado para reparar la red de distribución con fugas, Ciudad de México podría enfrentarse a un escenario de “día cero” en el que los grifos se secaran en amplias zonas de la ciudad.

La crisis del agua en Ciudad de México es un duro recordatorio de los retos que plantean la rápida urbanización, el cambio climático y la gestión de los recursos. Mientras la ciudad trabaja para superar estos retos, la situación subraya la necesidad de adoptar prácticas sostenibles de gestión del agua y de mejorar las infraestructuras para garantizar un suministro de agua fiable a todos los habitantes. (La Semana)

Suministro de agua en CDMX. Foto cortesía: Cuartoscuro (Andrea Murcia)

A crisis of water in Mexico City

By William R. Wynn and La Semana staff | TULSA, OK

Imagine not being able to bathe, to wash your clothes, or to do the dishes, and even having to ration drinking water. This is becoming an all too frequent reality, and not in some far off third world land, but in the largest city in North America. Mexico City, a sprawling urban giant with a metropolitan population exceeding 22 million, is facing an unprecedented water crisis that threatens to disrupt the lives of its residents. The city’s struggle with water scarcity is not a new phenomenon, however, recent developments have exacerbated the situation, leading to heightened concern among citizens and officials alike.

Speaking on the television program PBS News Hour, Nation Public Radio reporter Emily Green described a recent visit to Ecatepec de Morelos in the greater Mexico City area.

“In this neighborhood, they haven’t had running water for two years now,” Green said. “And the running water that they do have, it comes out and it looks dark brown, and it smelled like sewage.”

At the heart of the crisis is the Cutzamala water system, which supplies about 25% of the water used by the Valley of Mexico, including Mexico City. Due to severe drought conditions, this system currently operates at around 39% capacity, a historic low that has prompted the national water commission, Conagua, to restrict water distribution by up to 25% in an effort to conserve the dwindling supply. The rest of the city’s water is sourced from underground aquifers and reservoirs outside the city, but this method is highly inefficient, with approximately 40% of the water lost to leaks during transit.

Residents in various neighborhoods have reported going without tap water for months, resorting to collecting water in buckets and trashcans from trucks, a stopgap measure that underscores the gravity of the situation. In some areas, conflicts have arisen over the limited supplies, highlighting the desperate conditions faced by those affected.

The crisis is compounded by a combination of natural and man-made factors. Climate change has led to drier conditions and less predictable rainfall patterns, putting additional pressure on the city’s already strained water resources. The city’s geography, with its high altitude and location on a former lake bed, further complicates water distribution and conservation efforts. Urban development and sprawling infrastructure have made the area prone to flooding during the rainy season, preventing rainwater from replenishing the aquifer.

Historians believe the root the problem goes back centuries, to the time of the conquistadors. When Mexico City was founded in the 1300s the area was a water paradise, with the city on an island in Lake Texcoco and numerous canals for transportation and irrigation. But the Spanish drained the lake for strategic reasons and in a misguided attempt to control flooding. More than 30,000 people are believed to have died from drowning and disease when rains brought on floods that lasted for five years.

Some three hundred years later, in the 20th Century, the Mexican government exacerbated the problem by filling in and paving over dozens of rivers, hoping to control water borne illnesses while creating more room for building and for automobile traffic. The result was making Mexico City an even drier place.

Efforts to address the crisis include reducing the flow from the Cutzamala system and urging residents to conserve water. Mexico City’s government and the Water Systems of Mexico City (SACMEX) have invested millions in water recovery initiatives and infrastructure projects aimed at mitigating the situation. Despite these efforts, experts warn that without significant changes to water use patterns and a concerted effort to fix the leaky distribution network, Mexico City could face a “day zero” scenario where taps run dry for large parts of the city.

The water crisis in Mexico City serves as a stark reminder of the challenges posed by rapid urbanization, climate change, and resource management. As the city works to navigate these challenges, the situation underscores the need for sustainable water management practices and infrastructure improvements to ensure a reliable water supply for all residents. (La Semana)