FeaturedNacional

Trump y la era de la violencia política / Trump and the Era of Political Violence

Foto: Doug Mills / The New York Times

Análisis de William R. Wynn | TULSA, OK 

El 13 de julio, el hombre que -quizás más que ninguna otra persona en la historia moderna de Estados Unidos- ha fomentado una atmósfera hiperdivisiva en la que el uso del caos y la violencia para lograr objetivos políticos se ha confundido con el patriotismo, se convirtió él mismo en el blanco de un ataque armado cuando un presunto asesino abrió fuego en un mitin de campaña en Butler, Pensilvania. Y aunque Donald Trump, el aparente objetivo de los disparos, escapó con una herida leve en la oreja, un transeúnte inocente perdió la vida y al menos otro asistente resultó gravemente herido.

Es posible que nunca se conozca el verdadero motivo del ataque, ya que el autor de los disparos, Thomas Matthew Crooks, de 20 años, fue abatido inmediatamente por agentes del Servicio Secreto, pero lo que está claro es que el tiroteo se produjo en un contexto de ira y retórica política vitriólica que no se había visto en tal grado en este país desde hacía décadas. Y esto es algo que no ha pasado desapercibido en todo el mundo. Incluso antes del intento de asesinato del sábado, los líderes mundiales -incluidos muchos aliados incondicionales de Estados Unidos- habían expresado su preocupación por el agravamiento de las divisiones políticas en Estados Unidos y las implicaciones que esa polarización plantea para los asuntos internacionales, desde la guerra en Ucrania y Gaza hasta el polvorín del Mar de China Meridional. Tales preocupaciones se hicieron patentes en la cumbre de la OTAN celebrada la semana pasada en Washington, DC, y no hicieron sino acrecentarse con los sucesos del 13 de julio.

Jefes de Estado de todo el mundo condenaron lo que muchos calificaron de “ataque a la democracia” y pidieron que se rebajara la temperatura política en Estados Unidos. “La violencia es irracional e inhumana”, afirmó el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, cuyo país vivió este año las elecciones más violentas en al menos una generación.

Pero mientras que un atentado contra la vida de un presidente o candidato presidencial no ha ocurrido en este país desde que Ronald Reagan fue baleado en 1981, Jacob Ware, investigador del Consejo de Relaciones Exteriores, señaló que el tiroteo en el mitin de Trump no tuvo lugar en el vacío. 

“Vale la pena señalar que este no fue el primer movimiento hacia la violencia política que golpeó este ciclo electoral estadounidense”, escribió Ware el 14 de julio. “Por ejemplo, en mayo, las fuerzas del orden detuvieron a un supremacista blanco que viajaba a Atlanta para cometer un tiroteo masivo, con la esperanza de iniciar una guerra racial antes de las elecciones. Ese posible terrorista se habría unido a una larga lista de violentos de extrema derecha que han atentado contra comunidades minoritarias en Estados Unidos en los últimos años”.

Ware también destacó el doble rasero empleado por la derecha cuando se trata de conflictos internos.

“La violencia política, sin embargo, ya se ha normalizado en Estados Unidos”, declaró Ware. “La reacción a este incidente, por ejemplo, contrasta enormemente con la reacción de muchas figuras políticas de derechas al ataque terrorista contra el Capitolio de Estados Unidos el 6 de enero, que incluyó llamamientos a asesinar a un vicepresidente en ejercicio, tras lo cual los autores han sido aclamados como ‘presos políticos’, ‘mártires’, ‘héroes’ y ‘guerreros’. El intento de asesinato contra la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, en octubre de 2022, fue respondido de forma similar con teorías conspirativas, que incluían una dosis de burla homófoba. Estados Unidos necesita urgentemente una condena bipartidista de la creciente violencia política, de todos los actores y contra todos los objetivos”.

Biden condenó enérgicamente el tiroteo, calificándolo de “enfermizo”, y suspendió temporalmente su campaña presidencial.  Ambas campañas observan ahora una especie de “periodo de reflexión”, pero la carrera presidencial de 2024 sigue siendo una de las contiendas con mayor carga emocional de los últimos años y es poco probable que una relativa calma dure mucho tiempo.

“Es poco probable que este sea el final de la violencia de aquí a las elecciones de noviembre, con la convención republicana en Milwaukee esta semana como el próximo gran foco de preocupación”, advirtió Ware. (La Semana)

Foto: Doug Mills/The New York Times

Trump and the Era of Political Violence

Analysis by William R. Wynn

TULSA, OK – On July 13, the man who – perhaps more than any other person in modern US history – has fomented a hyper-divisive atmosphere where the use of chaos and violence to achieve political aims has become conflated with patriotism, became himself the target of an armed attack when a would-be assassin opened fire at a campaign rally in Butler, Pennsylvania. And while Donald Trump, the apparent target of the shooting, escaped with a minor injury to his ear, an innocent bystander lost his life and at least one other attendee was seriously wounded.

The true motive for the attack may never be known, as the shooter, Thomas Matthew Crooks, 20, was immediately killed by Secret Service agents, but what is clear is that the shooting took place against a backdrop of anger and vitriolic political rhetoric not seen to such a degree in this country for decades. And this is something that has not gone unnoticed around the world. Even before Saturday’s assassination attempt, world leaders – including many staunch allies of the United States – had expressed concerns over the worsening political divisions in the US and the implications such polarization poses for international affairs, from war in Ukraine and Gaza to the powder-keg of the South China Sea. Such worries were evident at last week’s NATO summit in Washington, DC, and were only magnified by the events of July 13.

Heads of state from across the globe condemned what many called an “attack on democracy,” and called for the political temperature in the U.S. to be lowered. “Violence is irrational and inhumane,” said Mexico’s president, Andrés Manuel López Obrador, whose own country this year saw its most violent elections in at least a generation.

But while an attempt on the life of a president or presidential candidate has not occurred in this country since Ronald Reagan was shot in 1981, Jacob Ware, research fellow at the Council on Foreign Relations, pointed out that the shooting at the Trump rally did not take place in a vacuum. 

“It is worth noting that this was not the first move toward political violence to strike this U.S. election cycle,” Ware wrote on July 14. “For instance, in May, law enforcement apprehended a white supremacist who was traveling to Atlanta to commit a mass shooting, hoping to start a race war before the election. That would-be terrorist would have joined a long line of violent far-right extremists to target minority communities in the United States over the past several years.”

Ware also highlighted a double-standard employed by the right when it comes to domestic conflict.

“Political violence, however, has already been normalized in the United States,” Ware stated. “The reaction to this incident, for example, contrasts greatly with the reaction of many right-wing political figures to the terrorist attack on the U.S. Capitol on January 6, which included calls to assassinate a sitting vice president, after which perpetrators have been hailed as ‘political prisoners,’ ‘martyrs,’ ‘heroes,’ and ‘warriors.’ The assassination attempt against Speaker of the House Nancy Pelosi in October 2022 was similarly met with conspiracy theories, featuring a dose of homophobic mockery. America urgently needs a bipartisan condemnation of rising political violence, from all actors and against all targets.”

Biden strongly condemned the shooting, calling it “sick,” and temporarily suspended his presidential campaign.  A sort of “cooling off period” is now being observed by both campaigns, but the 2024 presidential race remains one of the most emotionally charged contests in years and any relative calm is unlikely to last for long.

“This is unlikely to be the end of the violence between now and the November elections, with the Republican convention in Milwaukee this week the next major focus of concern,” Ware warned. (La Semana)