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Artesanías para un mundo mejor / Crafts for a Better World

Por Guillermo Rojas y Victoria Lis Marino | México, DF

Caminando por las calles del DF nos sorprendió un personaje muy especial que diseña joyas exquisitas y busca por medio de sus artesanías, darle al mundo un poco de amor. 

Wenceslao Galicia tiene rasgos muy peculiares, pareciera indígena, sin embargo no lo es. Y fueron esas características las que lo impulsaron a aprender más sobre las comunidades aborígenes de México y a hablar, entre otras lenguas, el Nahua. 

“Aquí, en el estado de México, la gente me mira como si no fuera de mi país por mi color de piel. A los grupos étnicos los marginan mucho cuando salen de sus comunidades y van a la ciudad, por eso me identifico con ellos, porque a mí también me ha pasado”, reconoció. Durante años, Galicia convivio con distintas comunidades indígenas del país y de ellos aprendió a tenerle respeto a las plantas y a entender su cosmovisión y se percató de algo que lo enorgulleció. “Entre ellos no existe la discriminación, de hecho yo no era de la comunidad y me acogieron, me cuidaron, me alimentaron y hasta me ofrecieron me casara con sus mujeres. Pero yo sólo tenía amor por el conocimiento”, agregó. 

Y fue ese poder de aprendizaje y observación lo que lo ayudó a profundizar su don artístico, y a encontrar en la naturaleza su mayor inspiración. “Los animales me inspiran, por eso estoy en este camino, los perros, sus miradas me llevan a otros mundos”, atestó y por eso no come ni utiliza materiales que provengan del sufrimiento. “Sólo uso cosas de animales si encuentro un animal muerto, le pido permiso y le agradezco por lo que me dan”.

Hoy, Wenceslao se dedica enteramente al diseño de joyas. “Es algo que me gusta hacer desde pequeño. Mis padres me llevaban a la ciudad y yo me quedaba horas mirando a los artesanos, y luego practicaba y practicaba. A veces soñaba con alguna obra de arte y después la hacía, como un don”, explicó atestando que la belleza de cada obra se relaciona directamente con el espíritu del artista. “Las obras valen porque una parte de mi se va en ellas, mis emociones, mis sentimientos, y eso se tiene que pagar”, dijo.

Cuando Wenceslao no trabaja en su arte, busca la manera de cambiar el mundo educando a los más pequeños. “Siempre le doy talleres a los chiquitos, porque ellos son las semillas, si uno planta cosas buenas en ellos, florecen y por eso busco compartirles lo que aprendí en este caminar”, explico. 

Pero Wenceslao sigue siendo pobre, a pesar de que su arte sea excelso y su conocimiento inagotable, es que al ser un artista urbano, no puede en este México, salir adelante. “Aquí 

faltan oportunidades, siempre quise ingresar a escuelas para conseguir una certificación en arte, pero no me aceptaron”, dijo, dando a entender que su estatus económico y sus orígenes sin pedigríes eran el obstáculo. Es que Wenceslao se crio en una familia de cinco donde no siempre había que comer y todo lo que aprendió y emprendió lo hizo como autodidacta. Y precisamente por eso, por su valía es que espera darse a conocer y a todos aquellos que les interese el arte les dice “Espero que les guste lo que yo hago porque mi artesanía está hecha con amor, y espero les contagie un poco mi sentimiento”. (La Semana)

Crafts for a Better World

By Guillermo Rojas and Victoria Lis Marino

Mexico City – Walking through the streets of Mexico City, we were surprised by a very special character who designs exquisite jewelry and seeks to bring a little love to the world through his crafts. 

Wenceslao Galicia has very peculiar features — he looks indigenous, but he is not. These characteristics motivated him to learn more about Mexico’s indigenous communities and to speak, among other languages, Nahuatl.

“Here, in the State of Mexico, people look at me as if I am not from my country because of my skin color. Ethnic groups are heavily marginalized when they leave their communities and come to the city, so I identify with them because it has happened to me too,” he acknowledged. 

For years, Galicia lived with various indigenous communities in the country and learned from them to respect plants and understand their worldview, which made him proud. 

“Among them, there is no discrimination. In fact, I was not from the community, and they welcomed me, cared for me, fed me, and even offered me to marry their women. But I was only in love with knowledge,” he added.

It was this power of learning and observation that helped him deepen his artistic gift and find his greatest inspiration in nature. “Animals inspire me, that’s why I am on this path. Dogs, their looks, take me to other worlds,” he attested, and for this reason, he does not eat or use materials that come from suffering. “I only use things from animals if I find a dead animal, I ask for permission and thank it for what it gives me.”

Today, Wenceslao is entirely dedicated to jewelry design. “It’s something I’ve liked to do since I was little. My parents took me to the city, and I would spend hours watching the artisans, and then I would practice and practice. Sometimes I dreamed of an artwork and then made it, like a gift,” he explained, stating that the beauty of each piece is directly related to the artist’s spirit. “The works are valuable because a part of me goes into them, my emotions, my feelings, and that must be paid for,” he said.

When Wenceslao is not working on his art, he seeks ways to change the world by educating the youngest. “I always give workshops to the little ones because they are the seeds. If you plant good things in them, they flourish, and that’s why I seek to share what I’ve learned on this journey,” he explained.

But Wenceslao remains poor, despite his excellent art and boundless knowledge. Being an urban artist in Mexico means he cannot move forward. “There are no opportunities here. I always wanted to go to school to get a certification in art, but I was not accepted,” he said, implying that his economic status and lack of pedigree were the obstacles. Wenceslao grew up in a family of five where there was not always enough to eat, and everything he learned and achieved, he did as a self-taught individual. And precisely because of this, because of his worth, he hopes to become known. 

To all those interested in art, he says, “I hope you like what I do, because my craftsmanship is made with love, and I hope it conveys some of my feelings.” (La Semana)