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Crisis migratoria: “No recorren miles de kilómetros por capricho y menos para delinquir” / Migrants ‘do not travel thousands of kilometers on a whim,’ says aid agency chief

Por Moncho Torres | Bajo Chiquito (Panamá) (EFE).- El director de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (Aecid), Antón Leis, visitó esta semana el poblado al que llegan a diario cientos de migrantes tras atravesar durante días la peligrosa selva del Darién, la frontera natural entre Colombia y Panamá, y recordó que nadie “recorre miles de kilómetros por capricho y mucho menos para cometer delitos”, sino porque huyen de guerras, hambre o miseria, las causas profundas de la crisis migratoria global.

Leis llegó a Bajo Chiquito tras ascender en canoa durante horas el río Tuquesa, donde se iba cruzando con embarcaciones repletas de migrantes que, tras pasar una noche en ese poblado indígena, continúan su trayecto de más de 6.000 kilómetros hasta la frontera con Estados Unidos, el objetivo de muchos.

La crisis migratoria toca a todos en Latinoamérica

Entre los más de 285.000 migrantes que han atravesado en lo que va de año la selva, la mayoría son venezolanos, pero también hay nacionales de Colombia, Haití, Ecuador, China, Bangladesh, Palestina, Afganistán, la India, la R.D. Congo o Somalia, entre otros muchos países, con problemáticas que se repiten.

“Queremos que la migración sea una opción, no una obligación, entonces es bueno trabajar esas causas profundas. La gente no recorre miles de kilómetros por capricho y mucho menos para ir a cometer delitos o ir a molestar a otras comunidades, sino porque hay causas subyacentes importantes: guerras, conflictos, hambre, miseria, pobreza, desigualdades, violencia”, explicó a EFE el director de la Aecid.

Leis exponía así el primero de los objetivos de la cooperación española en relación a la migración, como establece una ley aprobada en 2023, al que se suma también impulsar vías seguras, ordenadas y regulares de movilidad, como propone el pacto de Naciones Unidas, o combatir la trata de personas.

Y esta es una labor compleja y de largo recorrido, porque, como subrayó, “las migraciones están para quedarse, quienes proponen soluciones fáciles, resolver esto de un plumazo, están vendiendo humo”.

“Mientras exista pobreza, hambre, desigualdades, va a haber movimientos humanos”

“Lo sabemos muy bien quienes nos dedicamos a la cooperación: mientras exista pobreza, hambre, desigualdades, va a haber movimientos humanos, eso es innegable, y lo que tienen que hacer los poderes públicos, y también podemos hacer desde la cooperación, es ayudar a gestionarlos, por supuesto asegurando los derechos humanos de las personas migrantes”, afirmó.

Uno de los principales movimientos migratorios es el que ha llevado a unos 8 millones de venezolanos a abandonar su país, una crisis para la que la cooperación española ha invertido desde 2020 unos 100 millones de euros (108 millones de dólares).

En Centroamérica, los proyectos activos de la cooperación española relacionados con la crisis migratoria ascienden a 7,2 millones de euros (unos 7,8 millones de dólares), anotó, con programas como escuelas taller, el apoyo en Honduras a mujeres retornadas, o el caso de Panamá, donde en Darién han invertido durante los dos últimos años unos 3 millones de euros (3,2 millones de dólares).

Una clínica española en el Darién

Desde el pasado mes de septiembre, la cooperación española instaló además en Bajo Chiquito una clínica para responder a esta emergencia humanitaria migratoria, como parte del proyecto START (Equipo Técnico Español de Ayuda y Respuesta, por sus siglas en inglés).

Allí, la decena de voluntarios del sistema sanitario español, en rotaciones cada dos semanas, han atendido desde entonces, además de población local, a unas 1.800 personas en tránsito, alrededor del 8,2 % del total de las llegadas a Bajo Chiquito, sobre todo mujeres y niños, de más de 30 países.

Entre el personal médico, enteramente femenino en esta ocasión, se encuentra Claudia Ruiz, que dejó por unas semanas el Hospital Central de la Cruz Roja en el que trabaja en Madrid, por una clínica en la que reconoce emocionada que además de atender infecciones, lesiones cutáneas o “pies destrozados” por llevarlos mojados durante días sin quitarse la botas, hay también “mucha patología de salud mental”.

“Vienen muy traumados por lo que han sufrido en la selva y lo que necesitan es que les escuches, que les atiendas, que les demos apoyo emocional. Han sufrido trato vejatorio, no solo por la dureza que supone estar en la selva durante días sin comida, sin agua, con miedo, con animales salvajes, con picaduras, pero además sufren atracos, agresiones sexuales y cuando llegan aquí literalmente se rompen”, explica a EFE.

“La tuvimos que dejar” en la selva

El venezolano Miguel Alviárez lleva a su bebé de dos meses colgado mientras trata de cruzar el río. La zona es demasiado profunda, retrocede, en busca de un lugar más seguro. Su esposa le acompaña. En el segundo intento logran superar ese último obstáculo. Bajo Chiquito queda a unos pocos metros.

Pero lejos de sentirse eufórico después de días en la selva, Miguel lamenta que tuvieran que dejar a una mujer en el camino, y repite que lo hizo por su bebé, que no podían esperar más.

“En la mitad de la selva está, y me da cosa, yo quisiera regresarme, pero es que los pies ya no los aguanto, los tengo reventados totalmente por debajo de los dedos. Me siento mal por la señora, ella vino con nosotros”, repite el joven, de 32 años, sobre esa mujer con sobrepeso y “las piernas hinchadas”, que iba acompañaba de una joven y su hija de unos cuatro años.

Yusmary Bueno y su esposo, Eduardo Morales, también lamentan que no pudieron hacer nada por la mujer, porque oscurecía y debían seguir adelante, tras casi una semana en la selva, ralentizados por las lluvias y las continuas crecidas de los ríos.

“No podíamos esperar más (…) y nos quedamos sin comida”, relata Yusmary, acompañada de sus cuatro hijos, el menor de cuatro años.

Yusmary recuerda además cómo la corriente casi se llevó a su esposo mientras ayudaba a un niño. También habla de los “olores fuertes” de los muertos.

“Tratábamos de no mirar mucho”, dice.

Migrants ‘do not travel thousands of kilometers on a whim,’ says aid agency chief

By Moncho Torres – Bajo Chiquito, Panama, Nov 2 (EFE).- The director of the Spanish Agency for International Development Cooperation, Antón Leis, visited this week the village where hundreds of migrants arrive every day after days of crossing the dangerous Darién jungle, the natural border between Colombia and Panama.

Leis arrived in Bajo Chiquito after a long canoe trip up the Turquesa River, where he met boats full of migrants who, after spending the night in this Indigenous village, will continue their journey of more than 6,000 kilometers to the United States border.

He highlighted that migrants “do not travel thousands of kilometers on a whim, much less to commit crimes,” but because they are fleeing wars, hunger, or misery, which are the deep-rooted causes of the global migration crisis.

Among the more than 285,000 migrants who crossed the jungle in 2024, most were Venezuelans. Still, there are also nationals from Colombia, Haiti, Ecuador, China, Bangladesh, Palestine, Afghanistan, India, the Democratic Republic of Congo, and Somalia, among many others.

“We want migration to be an option, not an obligation, so it’s important to address these root causes. People don’t travel thousands of kilometers on a whim. People (…) do it because of important causes: wars, conflicts, hunger, misery, poverty, inequalities, and violence,” Leis told EFE.

He outlined the first objective of Spanish cooperation regarding migration, as established by a law passed in 2023, which also aims to promote safe, orderly, and regular mobility, as proposed by the United Nations pact, and to combat human trafficking.

This is a complex and long-term task because, as he pointed out, “migration phenomenon is here to stay; those who suggest easy solutions that will solve it all at once are selling blowing smoke.

“”Those of us dedicated to cooperation know this very well: as long as poverty, hunger, and inequalities exist, there will be migration; that is undeniable. What the public authorities must do, and what we can do through cooperation, is to help while guaranteeing the human rights of migrants,” he said.

Some 8 million Venezuelans have fled the country in one of the largest migratory flows, a crisis in which Spanish cooperation has invested around 100 million euros (108 million dollars) since 2020.In Central America, Spain’s active cooperation projects related to the migration crisis amount to 7.2 million euros (about 7.8 million dollars), including programs such as training schools and support for returning women in Honduras and Panama, where they have invested about 3 million euros (3.2 million dollars) in the last two years.

A Spanish hospital in Darién

Since September, Spanish cooperation has also set up a clinic in Bajo Chiquito to respond to this humanitarian emergency as part of the START project (Spanish Technical Team for Aid and Response).

A team of volunteers from the Spanish health system, which rotates every two weeks, has treated around 1,800 people in transit (about 8.2% of the total arrivals at Bajo Chiquito), mainly women and children from more than 30 countries.

Among the all-female medical staff is Claudia Ruiz, who left her job at the Red Cross Central Hospital in Madrid for a few weeks. She noted that in addition to treating infections, skin wounds, and “badly damaged feet” from being wet for days on end, there were also “a lot of patients with trauma and psychological pathology.”

“They come very traumatized by what they’ve suffered in the jungle, and what they need is someone to listen to them, to care for them, to give them emotional support. 

“They have experienced humiliating treatment, not only from the dire conditions they face in the jungle for days, without food or water, with the fear of wild animals and insect bites but also from theft and sexual assault. When they arrive here, they are broken,” she told EFE.

Left behind in the jungle

Venezuelan Miguel Alviárez carries his two-month-old baby as he tries to cross the river. The area is too deep, so he retreats in search of a safer place. His wife is with him.

On their second attempt, they manage to overcome the last obstacle. Bajo Chiquito is only a few meters away.

After days in the jungle, Miguel lamented leaving a woman behind. He repeats that he did it for his baby because they could not wait any longer.”She stayed in the middle of the jungle. I would have liked to go back, but my feet can’t take it anymore. I feel sorry for that woman. She started the journey with us,” says the 32-year-old, referring to an overweight woman with “swollen legs” who was accompanied by a young girl and her four-year-old daughter.

Yusmary Bueno and her husband, Eduardo Morales, also regretted not being able to help the woman because it was getting dark, and they had to move on after almost a week in the jungle, slowed down by rain and the ever-rising rivers.

“We couldn’t wait any longer… and we ran out of food,” says Yusmary with her four children.Yusmary also remembers how the current almost swept her husband away while he was helping a child.

She speaks of the “strong smell” of the dead.”We tried not to look too much,” she says. EFE

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