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Elecciones judiciales de México sólo el 13 % de participación / Mexico’s Historic Judicial Elections Draw Just 13% Turnout


CIUDAD DE MÉXICO — Las primeras elecciones judiciales de la historia de México concluyeron con una participación de solo el 13 %, lo que supone un debut mediocre para lo que la presidenta Claudia Sheinbaum ha calificado como el experimento democrático más ambicioso del mundo en materia de reforma judicial.

A pesar de la escasa participación en las votaciones del domingo para cubrir 2.681 puestos judiciales, desde magistrados locales hasta jueces del Tribunal Supremo, Sheinbaum declaró que las elecciones habían sido un «éxito» y elogió a los 13 millones de personas que participaron. En un vídeo difundido alrededor de la medianoche, destacó que el Gobierno «podría haber elegido a los jueces a dedo, pero en su lugar decidió dejar que el pueblo decidiera».

La baja participación contrastó significativamente con el éxito electoral de la propia Sheinbaum, que ganó la presidencia en 2024 con el 60 % de los votos y cifras récord. Su predecesor, Andrés Manuel López Obrador, logró una participación del 17 % en su controvertido referéndum revocatorio de 2022, lo que hace que los resultados del domingo sean especialmente llamativos, dada la popularidad de Sheinbaum, que supera el 80 %.

López Obrador hizo una rara aparición pública para votar en Chiapas, la primera desde que dejó el cargo el 1 de octubre. El expresidente, que sentó las bases de la reforma judicial, expresó su apoyo a su sucesora, a la que calificó de «la mejor presidenta del mundo». Afirmó que estaba «feliz de vivir en un país libre y democrático» mientras participaba por primera vez en la elección de jueces.

La complejidad de las elecciones contribuyó significativamente a la desmotivación de los votantes. Los ciudadanos se enfrentaron a entre seis y diez largas papeletas, que requerían hasta 15 minutos para completar la selección entre miles de candidatos desconocidos. Muchos votantes llevaron hojas manuscritas con los nombres y números de los candidatos, lo que convirtió el proceso en algo parecido a «un examen», según los observadores.

La analista política y abogada Vanessa Romero Rocha atribuyó la baja participación a la «mala implementación» de la reforma, citando «la complejidad de las elecciones, la falta de identidad de los partidos y la premura del calendario como razones clave para la desmotivación de los votantes».

La implementación apresurada creó problemas adicionales. La selección inicial de candidatos, a cargo de los poderes ejecutivo y legislativo tras la recusación del poder judicial, se vio empañada por errores. Algunos candidatos tenían vínculos con cárteles de la droga o antecedentes de corrupción, y las papeletas ya estaban impresas antes de que se pudieran abordar estas cuestiones.

Los partidos de la oposición llamaron al boicot, y los líderes del PAN afirmaron que la participación no alcanzaría el 10 % y tacharon de ficción los discursos oficiales. Sin embargo, el líder del PAN, Jorge Romero, reconoció que, a pesar de las dudas sobre la legitimidad política, «los jueces han sido elegidos» y ahora deben «demostrar su imparcialidad y su compromiso con la justicia».

La reforma aborda problemas estructurales reales del sistema judicial mexicano, donde se estima que 90.000 personas encarceladas carecen de condenas y la impunidad supera el 90 %. Sheinbaum y sus seguidores consideran que las elecciones suponen una ruptura con las «tradiciones clientelistas y corruptas» de un país donde la mayoría de los homicidios quedan impunes.

Sin embargo, los críticos ven en la consolidación del poder del partido gobernante Morena, que ahora controla los poderes ejecutivo, legislativo y judicial, un recuerdo del régimen de partido único del siglo XX. Casi la mitad de los candidatos judiciales estaban alineados con Morena, lo que suscitó preocupaciones sobre la independencia política.

Mexico’s Historic Judicial Elections Draw Just 13% Turnout

MEXICO CITY — Mexico’s first-ever judicial elections concluded with a turnout of just 13%, marking a lackluster debut for what President Claudia Sheinbaum has called the world’s most ambitious democratic experiment in judicial reform.

Despite the sparse participation in Sunday’s vote to fill 2,681 judicial positions—from local magistrates to Supreme Court justices—Sheinbaum declared the election a “success” and praised the 13 million people who participated. In a video released around midnight, she emphasized that the government “could have handpicked judges but instead chose to let the people decide.”

The low turnout represented a significant contrast to Sheinbaum’s own electoral success, having won the presidency in 2024 with 60% of the vote and record numbers. Her predecessor, Andrés Manuel López Obrador, achieved 17% turnout for his controversial 2022 recall referendum, making Sunday’s results particularly striking given Sheinbaum’s approval ratings above 80%.

López Obrador made a rare public appearance to vote in Chiapas, his first since leaving office on October 1. The former president, who laid the groundwork for the judicial reform, expressed support for his successor, calling her “the best president in the world.” He said he was “happy to live in a free and democratic country” while participating in electing judges for the first time.

The election’s complexity contributed significantly to voter disengagement. Citizens faced 6 to 10 lengthy ballots, requiring up to 15 minutes each to complete selections from thousands of unfamiliar candidates. Many voters brought handwritten cheat sheets with candidate names and numbers, turning the process into what resembled “a test,” according to observers.

Political analyst and attorney Vanessa Romero Rocha attributed the poor turnout to the reform’s “poor implementation,” citing “the election’s complexity, lack of party identity, and rushed timeline as key reasons for voter disengagement.”

The hurried implementation created additional problems. The initial candidate screening, handled by executive and legislative branches after the judiciary recused itself, was marred by mistakes. Some candidates had ties to drug cartels or histories of corruption, with ballots already printed before these issues could be addressed.

Opposition parties called for a boycott, with PAN party leaders claiming turnout wouldn’t reach 10% and dismissing official narratives as fiction. However, PAN leader Jorge Romero acknowledged that despite questions about political legitimacy, “the judges are elected” and must now “prove their impartiality and commitment to justice.”

The reform addresses real structural problems in Mexico’s justice system, where an estimated 90,000 incarcerated people lack convictions and impunity exceeds 90%. Sheinbaum and her supporters view the election as breaking from “clientelist and corrupt traditions” in a country where most homicides go unpunished.

However, critics see the consolidation of power under the ruling Morena party—which now controls executive, legislative, and judicial branches—as reminiscent of 20th-century one-party rule. Nearly half of the judicial candidates were aligned with Morena, raising concerns about political independence.

Sheinbaum acknowledged Monday that “everything can be improved” and promised to address flaws before the next round of elections in 2027, which will coincide with nationwide midterms.

The unprecedented nature of Mexico’s judicial reform—while some comparable systems exist in Bolivia, Japan, and parts of the United States, none approach this scale—has placed the country at what observers call a “historical crossroads.”

Whether viewed as democratic progress or regression, the coming years will determine if this bold experiment delivers the promised judicial reform or reinforces old problems in new forms. For now, Mexico has entered uncharted territory with a mandate from just 13% of its electorate.