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Trabajar para los inmigrantes es la vida de Irma Chajecki

Por Guillermo Rojas y Victoria Lis Marino | Tulsa, OK

Irma Chajecki es colombiana de nacimiento y americana por elección, emigró a Tulsa en 1979 y toda su vida la ha dedicado a trabajar “a favor de la ilusión”, defendiendo los derechos de los inmigrantes y ayudándolos a integrarse en la sociedad.

De la mano de Catholic Charities, Irma aprendió más sobre los padeceres de los inmigrantes de Tulsa y se regocijó en algunas de sus conquistas.

“El año en que empecé a trabajar con ellos fue el más bendecido de mi vida, porque pude conocer las necesidades que tenía mi comunidad, y sobre todo, los inmigrantes”, dijo Irma que estuvo acreditada casi 30 años en la oficina de inmigración de la organización. “Mi mayor satisfacción fue haber ayudado a las personas que querían convertirse en ciudadanos, sobre todo en 1986 el año de la amnistía, se ayudó a muchísima gente. Ese año tuve la suerte de viajar con Catholic Charities por todos los pueblitos de Oklahoma asistiendo gente y fue maravilloso”.

Tristemente 1986 es sólo un recuerdo en tiempos de Donald Trump, la amnistía es una cuestión necesaria que nadie en el gobierno quiere ofrecer, y esa es la mayor frustración de Irma. “Lo que más me duele es darme cuenta de que los inmigrantes no son tratados como seres humanos, como personas que tienen valores quizás distintos, y que no se puede hacer mucho en este momento, porque no hay oportunidades, eso es frustrante”, aseguró.

IRMA CHAJECKI | fotos: Guillermo Rojas

Irma siente que hoy, no puede avanzar con la comunidad porque el país está estancado, y lo único que puede hacer es contener a los necesitados. “Veo a la comunidad desamparada, con temor porque no saben qué les puede pasar al día siguiente, no saben quién ayudará a sus hijos. La gente esta preocupada. Es como cuando estas esperando un tornado, no sabes si pasa derecho o pasa al costado, ellos están igual con la deportación”.

Irma conoce bien el sistema inmigratorio, y por eso sufre, porque nunca antes, Estados Unidos se había negado a contemplar soluciones para quienes ayudan a hacer crecer el país. “ Yo iba todos los meses a ver a los jueces de deportación en okc. Y veía que llegaban los patrones con sus empleados y decían ‘son mis mejores empleados, están aquí para ser legalizados’, desafortunadamente eso hoy es ilegal; ya no se aprecia lo que el inmigrante aporta a la comunidad, su trabajo y conocimiento”. “Es una injusticia no valorar su lugar en la sociedad”, asegura Irma sobre los inmigrantes.

Sin amnistía, no hay solución, sin leyes, se acaba la ilusión. “Los muchachos del DACA no saben si mañana se termina el trabajo, la escuela, la vida”, dice conmocionada Irma, pues sabe que una comunidad sin crecimiento deja de ser comunidad. Por eso, a quienes están en situación de desamparo e incertidumbre Irma les dice:

“No pierdan la fe, confíen en dios siempre, porque lo que no se puede con la inmigración con dios si se puede. Ayuden a sus hijos a tener más educación porque ¡es la única arma con la que cuentan!”. (La Semana)