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La guerra contra la pobreza en Estados Unidos / The war on poverty in America

Por José López Zamorano

Cuando hablamos de pobreza y desnutrición infantil, las primeras imágenes que vienen a la mente de muchos son los casos extremos en países de África o, más cerca de nosotros, en Haití, el país más pobre de América Latina en ingresos por persona.

Pero la realidad es que casi ningún país del mundo, incluido Estados Unidos, está exento de un problema que en muchos lugares ha sido profundizado por la pandemia y complicado aún por la presencia crónica de la inflación.

Aquí mismo en Estados Unidos, casi 7 de cada diez familias de bajos ingresos, un alto porcentaje de las cuales son familias latinas, reportaron que se había vuelto más difícil pagar por suficientes alimentos para sus hijos durante el último año. Y 9 de cada diez atribuyeron esa alza al incremento del precio de los alimentos.

Los retos de alimentación de los hijos están extendiéndose además a las familias de ingresos medios, donde casi 6 de cada 10 hogares enfrentan dificultades para poner alimentos en la mesa, en momentos que el precio de la comida aumentó 9.5% en el mes de febrero pasado, en comparación con febrero de 2022.

Tales son los resultados de una nueva encuesta publicada por No Kid Hungry, una campaña nacional que busca terminar con el hambre infantil en los Estados Unidos. Es una dramática realidad que se refleja en el hecho que el 68% de los padres con ingresos bajos informaron que se ha vuelto más difícil comprar alimentos en el último año y el 74% reportó que, además del costo de los alimentos, el aumento de los costos de otras necesidades, como los servicios públicos, la gasolina, el alquiler y la ropa, contribuyó a la dificultad para comprar suficientes alimentos.

Más de cada cinco familias con ingresos bajos dijeron que una reparación inesperada del automóvil o una factura médica imprevista hizo que les resultara más difícil pagar por suficientes alimentos para sus hijos. Entre las familias con ingresos medios, el 50% informó lo mismo.

Una reciente encuesta de UnidosUS confirma que es una situación donde las familias latinas están siendo afectadas desproporcionadamente: casi dos terceras partes de los latinos residentes en California Texas y Arizona reconocieron que carecen de ahorros por siquiera $500 para solventar una emergencia y tres de cada 10 tuvieron que pedir dinero prestado a un pariente o amigo para cubrir un imprevisto.

Es obvio que no se trata simplemente de un problema inflacionario temporal, sino de circunstancias estructurales que deben reformarse para lograr mejoras salariales en las personas de bajos ingresos, abaratamiento de servicios imprescindibles como el seguro de salud, facilidades para que las familias de bajos ingresos acceder al sistema financiero Y fortalecimiento de los programas federales de apoyo, como por ejemplo el de estampillas de comida.

Se trata por supuesto de un problema mayor que no acepta soluciones simples o sencillas, pero un paso importante es reconocer que es un problema mayúsculo en nuestra sociedad, que reclama la participación pública y privada para lograr que las próximas generaciones de niños puedan alcanzar su máximo potencial. (Red Hispana)

The war on poverty in America

By Jose Lopez Zamorano

When we talk about child poverty and malnutrition, the first images that come to mind for many are the extreme cases in African countries or, closer to us, in Haiti, the poorest country in Latin America in terms of income per person.

But the reality is that almost no country in the world, including the United States, is exempt from a problem that in many places has been deepened by the pandemic and further complicated by the chronic presence of inflation.

Right here in the United States, almost 7 in 10 low-income families, a high percentage of which are Latino families, reported that it had become more difficult to pay for enough food for their children in the last year. And 9 out of ten attributed this increase to the increase in the price of food.

The challenges of feeding children are also spreading to middle-income families, where almost 6 in 10 households face difficulties putting food on the table, at a time when the price of food increased 9.5% in the month of February 2023, compared to February 2022.

Such are the results of a new survey published by No Kid Hungry, a national campaign that seeks to end childhood hunger in the United States. It is a dramatic reality that is reflected in the fact that 68% of low-income parents reported that it has become more difficult to buy food in the last year and 74% reported that, in addition to the cost of food, the increase in the costs of other necessities, such as utilities, gas, rent, and clothing, contributed to the difficulty in buying enough food.

A majority of low-income families said an unexpected car repair or unforeseen medical bill made it more difficult for them to pay for enough food for their children. Among middle-income families, 50% reported the same.

A recent UnidosUS survey confirms that it is a situation where Latino families are being disproportionately affected: almost two-thirds of Latinos residing in California, Texas and Arizona acknowledged that they lack savings of even $500 to cover an emergency and three out of 10 had to borrow money from a relative or friend to cover an unforeseen event.

It is obvious that it is not simply a temporary inflationary problem, but rather structural circumstances that must be reformed to achieve better wages for low-income people, cheaper essential services such as health insurance, facilities for low-income families to access to the financial system and strengthening of federal support programs, such as food stamps.

It is of course a major problem that does not accept simple or easy solutions, but an important step is to recognize that it is a major problem in our society, which calls for public and private participation to ensure that future generations of children can reach their maximum potential. (Hispanic Network)