Venezuela se apellida diáspora
Por Humberto Márquez
CARACAS– Venden si los tienen y lo logran, así sea a precios irrisorios, la vivienda, el auto, la motocicleta, enseres, ropas y adornos, reúnen unos pocos dólares, toman un autobús y, en muchos casos, por primera vez viajan fuera de su país: son los migrantes que por cientos de miles huyen de Venezuela.
El colapso económico en este país petrolero que fue por décadas la cuarta economía latinoamericana, traducida en una imparable escasez y carestía de alimentos y medicinas, más la inseguridad ciudadana, disparó el éxodo de sus habitantes hacia naciones vecinas, en un movimiento que en el corto plazo aparece como indetenible.
“Lo que ganaba no me alcanzaba para mantener a mis niñas y mandarlas a la escuela, así que busqué venir a Perú, ya puedo enviar hasta 100 dólares mensuales a la familia y reúno dinero para traérmela”, dijo a IPS por teléfono Johnny Velásquez, un instructor de cocina de 39 años, casado y con dos hijas, empleado como cocinero en un restaurante de Lima.
Fernando García, 60 años, pequeño comerciante, es esposo, padre, suegro y abuelo de un grupo familiar que decidió migrar al completo a Perú: “La decisión nos costó muchísimo. La tomamos después de que se enfermaron las dos nietecitas y no conseguíamos antibióticos”, dijo a IPS.
“No vemos una solución pronta para Venezuela, vamos a probar suerte”, confió con tristeza desde su hogar en Cúa, ciudad-dormitorio al este de Caracas, mientras escoge los bártulos que llevará en su travesía de cinco o seis días en autobús.
Adriana Lara, de 30 años, maestra de preescolar, ahora empleada en un hotel de Natal, en el noreste de Brasil, contó a IPS desde su nueva residencia que “renuncié al seguro de salud para estirar el dinero y comprar comida. Cuando ya ni así pude, dejé el colegio y decidí marcharme”.
Un argumento casi idéntico dio Mariela Acevedo, de 28 años, madre de un niño de un año que permanece en Caracas al cuidado de una tía mientras la madre trabaja en una tienda de Bucaramanga, en el noreste colombiano: “Es muy simple, el dinero en Venezuela no alcanza”.
Aumenta el flujo y el dramatismo de las historias y las imágenes de quienes se van, extenuados por la carrera por la sobrevivencia: ya son migrantes indígenas o habitantes de barriadas urbanas que viven a la intemperie en el lado brasileño de la frontera, o madres embarazadas o con hijos pequeños que forman las hileras de quienes, sin medios para pagar un transporte, caminan por carreteras de Colombia o Ecuador, rumbo al sur.
¿Cuántos son?
Agencias de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) estiman que en los últimos tres años migraron desde Venezuela 2,3 millones de personas, 7,2 por ciento de los 31,8 millones de habitantes que oficialmente viven en el país, según dijo el 20 de agosto Stephane Dujarric, portavoz de la Secretaría General del foro mundial.
Organizaciones humanitarias internacionales elevaron a comienzos de septiembre la cifra del éxodo a entre 3,5 y cuatro millones. (IPS)
Venezuela’s Surname Is Diaspora
CARACAS– They sell their houses, cars, motorcycles, household goods, clothes and ornaments – if they have any – even at derisory prices, save up a few dollars, take a bus and, in many cases, for the first time ever travel outside their country: they are the migrants who are fleeing Venezuela by the hundreds of thousands.
The economic collapse in this oil-producing country, which for decades was the fourth largest economy in Latin America, has translated into shortages and soaring prices of food and medicine, combined with the high rates of violence and crime, triggered the exodus of Venezuelans to neighbouring nations, in a flow that appears to be unstoppable, at least in the short term.
“What I earned was not enough to support my girls and send them to school, so I decided to come to Peru, I can now send up to 100 dollars a month to my family and save up money to bring them here,” Johnny Velásquez, a 39-year-old married cook with two daughters, who now works in a restaurant in Lima, told IPS by phone.
Fernando García, 60, a small businessman, is the husband, father, father-in-law and grandfather of a family that decided to migrate entirely to Peru. “It was a very hard decision. We took it after my two granddaughters got sick and we couldn’t get antibiotics,” he told IPS.
An almost identical explanation was given by Mariela Acevedo, 28, the mother of a one-year-old boy who stayed in Caracas under the care of an aunt while his mother works in a store in Bucaramanga, in northeastern Colombia: “It’s very simple: you can’t afford to live in Venezuela.”
Exhausted by the race for survival, more and more people are leaving: they are indigenous people or urban slumdwellers living in camps on the Brazilian side of the border, or pregnant women or mothers with small children joining the ranks of those who, unable to afford transportation, walk along roads in Colombia or Ecuador, heading south.
How many are they?
United Nations agencies estimate that 2.3 million people have left Venezuela in the last three years, 7.2 percent of the country’s population of 31.8 milliony, Stephane Dujarric, spokesman for the United Nations Secretary-General, said on Aug. 20.
Ghost neighbourhoods
In Venezuela’s urban slums, “women are the decisive figure and are key to understanding the degradation of the neighbourhood. Until now, more men migrated, but I think we are going to see more female migration,” he said.
In the area of Las Torres de La Vega, a neighbourhood near the Pan-American highway that was once a receiver of immigrants, “first the Ecuadorians left, then the children of Colombians, then their parents, then the Andean people (from western Venezuela)… I used to pass through there and people in the afternoons were on the sidewalks, talking, interacting. Now you pass by and the streets are deserted, it looks like a ghost town,” said the priest.
But in early September, international humanitarian organisations set the number of people in the exodus at between 3.5 and 4.0 million. (IPS)