Gastronomía y Turf, la combinación de la felicidad / Gastronomy and Horse Racing: The Combination of Happiness
Por Guillermo Rojas y Victoria Lis Marino
Villa Elisa, Entre Rios, Argentina- La provincia de Entre Ríos se emplaza en el litoral argentino, una bendecida región situada entre dos magníficos ríos rica en pastos verdes y suelos fértiles que le dan de comer al resto del país. Y como si no bastase con sus prolíficos cultivos y sabrosas carnes, la provincia posee también un complejo termal de renombre internacional, Villa Elisa. Lugar de buenos vecinos, gente linda y predispuesta que asegura que las aguas pueden curarlo todo. Y en ese pueblito mágico casi al final del mundo vive Sergio Amadilio, un hombre que asegura tenerlo todo. “No me puedo quejar, vivo en paz, soy feliz, tengo salud, me doy mis gustos y tomo champan con hielo”, admitió.
Es que este hombre de campo, propietario de la famosa parrilla “Don Valentín”, pareciera haber encontrado la receta de la felicidad eterna. Un trabajo al que ama, que comparte con su esposa, hijos y nietos; la posibilidad de poner los productos de su propio campo en la mesa para brindarle a cada cliente lo mejor de sí, y además contar con tiempo libre para dar rienda suelta a su pasión, el Turf.
“En el 2000 arranqué con la primera yegua. Fue mi primera experiencia en el hipódromo de Palermo y salimos segundos”, recuerda con alegría. Es que para él turf es una pasión irrefrenable que no se compara con nada. “Es algo que se lleva en el corazón y punto. Me gustan muchos deportes, pero me fascinan las carreras de caballos y su adrenalina”, expresó.
Sergio sabe que puede continuar alimentando su pasión gracias a las bocas que alimenta en Don Valentín, y reconoce que su éxito ha sido gracias al trabajo duro y el apoyo incondicional de quienes más ama, su mujer y sus hijos. “Acá trabajamos con las cosas que producimos nosotros, los tomates, la acelga, la achicoria eso viene de mi huerta. La leña la talo de mi monte y fracciono cada quince días y la parrilla la manejo yo”, explica mientras sus hijas atienden las mesas. Y su esposa, las cuentas. “Marita es lo más grande de mi vida, hace 40 años que nos casamos. Tuvo un gran aguante”, dijo entre risas, a conciencia de que parte de su plenitud radica en esa solidez familiar que supo construir.
Sergio vive en la Argentina, en la otra punta del mundo, con un emprendimiento familiar similar a los que podríamos encontrar en las calles de Tulsa, pero con un condimento especial, la posibilidad de vivir sin estrés en un pueblo de aguas termales, rodeado permanentemente de quienes ama viviendo cada día como si la vida recién se iniciara, honrando al lugar que lo vio nacer y ayudando a construir su futuro.
“Lo tengo todo”, concluye, y la verdad, es que tiene razón. (La Semana)
Gastronomy and Horse Racing: The Combination of Happiness
By Guillermo Rojas and Victoria Lis Marino
VILLA ELISA, ENTRE RIOS, ARGENTINA – The province of Entre Ríos is located on the Argentine coast, a blessed region situated between two magnificent rivers, rich in green pastures and fertile soils that feed the rest of the country. And as if its prolific crops and tasty meats were not enough, the province also has an internationally renowned thermal complex, Villa Elisa. A place of good neighbors, beautiful and willing people who ensure that the waters can cure everything. And in that magical little town almost at the end of the world lives Sergio Amadilio, a man who claims to have it all.
“I can’t complain, I live in peace, I’m happy, I’m healthy, I indulge myself and drink champagne with ice,” he admitted.
This country man, owner of the famous grill “Don Valentín,” seems to have found the recipe for eternal happiness. A job he loves, which he shares with his wife, children, and grandchildren; the ability to put the products of his own field on the table to offer each customer the best of himself, and also having free time to indulge in his passion, horse racing.
“In 2000, I started with the first mare. It was my first experience at the Palermo racetrack, and we came in second,” he recalls with joy. For him, horse racing is an unstoppable passion that compares to nothing. “It’s something that you carry in your heart, period. I like many sports, but I’m fascinated by horse racing and its adrenaline,” he expressed.
Sergio knows he can continue to feed his passion thanks to the mouths he feeds at Don Valentín, and acknowledges that his success has been thanks to hard work and the unconditional support of those he loves most, his wife and his children. “Here we work with things we produce ourselves, the tomatoes, the chard, the chicory, that comes from my garden. I cut the firewood from my forest and split it every fifteen days, and I manage the grill,” he explains while his daughters attend the tables. And his wife, the accounts. “Marita is the greatest thing in my life, we’ve been married for 40 years. She had a lot of patience,” he said with a laugh, aware that part of his fulfillment lies in the family solidity he has built.
Sergio lives in Argentina, at the other end of the world, with a family enterprise similar to what we might find in the streets of Tulsa, but with a special ingredient: the chance to live stress-free in a thermal water town, constantly surrounded by those he loves, living each day as if life were just beginning, honoring the place that saw him born, and helping to build its future.
“I have everything,” he concludes, and truthfully, he does. (La Semana)
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