EL QUEHACER POÉTICO ATRAVIESA LA HISTORIA
Día mundial de la poesía
Por Mg. Fabiana Mastrangelo | Historiadora, Escritora, Docente | Sociedad Argentina de Escritores
Rafael Felipe Oteriño, en su obra Continuidad de la poesía (2020), expone sus reflexiones del quehacer poético en el contexto actual y su función a lo largo de la historia. Según el autor cada época tiene un modo de expresar su poesía.
Es oportuno recordar que la UNESCO adoptó el 21 de marzo como el día mundial de la poesía en su 30 Conferencia General en París, en 1999. La finalidad es “apoyar la diversidad lingüística a través de la expresión poética y fomentar la visibilización de aquellas lenguas que se encuentran en peligro”.
“La poesía existe porque existe la historia”, afirma Oteriño. Vincula el contexto socio-histórico de diferentes etapas y su expresión en la poesía. Comienza analizando la contemporaneidad bajo el título “Poesía en tiempos de exterioridad masiva”. Es una época acompañada por el “reinado de lo efímero”. De esta forma se diluye la cronología, el tiempo, el contexto histórico de las personas y las cosas. En esa realidad actual pareciera que existe poco espacio para la poesía. Esta requiere una mirada integradora que incluya a los que fueron, los son y los que vendrán.
Denota una nostalgia por otros tiempos en los que la poesía tuvo otras funciones. Por ejemplo, la didáctica en la Antigüedad Clásica o la sentimental, onírica y musical durante el Romanticismo. Si bien hoy, los antiguos roles han caducado, su principal función es “decir lo otro”. En esta tarea tiene una doble vertiente: “erigirse en memoria y montar una mirada crítica por sobre la formulación incansable y repetitiva de lo mismo”. La poesía es la conciencia de cada época.
Por ejemplo, en el poema Nosotros (1962) de Joaquín Giannuzzi expresa las vivencias de su juventud luego de dos Guerras Mundiales:
“En la mitad del siglo nuestros huesos cumplieron
treinta años y nos correspondió obtener
las venenosas conclusiones de la época.
Mejor no recordar. A nuestra espalda
nos limpiamos la mugre de dos guerras;
Otros quitaron los escombros de las calles;
(…) “.
Por otra parte, la poeta Cristina Pizarro, en el poema Espanto (2022) se atreve a expresar su sentir frente al horror de la contaminación ambiental y sus consecuencias en el ecosistema:
“Veo seres espantosos
contagian de inmundicia nuestra tierra
(…)
Un diamante fatal vagabundea
entre máquinas cables chips
transmisores corrientes eléctricas galaxias satélites cometas”.
En el capítulo “Poesía versus prosa” Oteriño refuta la expresión de Lawrence Ferlinghetti (movimiento beat norteamericano) que afirma “por carecer de canto, la poesía moderna es prosa: prosa poética”. Considera que la poesía lleva la impronta de cada época y esta tiene su propia música. Sostiene que “paralelo a la poesía existe la historia, hecha de novedades, cambio, temporalidad, fuga hacia adelante, extravío”. Será una música diferente seca, atonal o impensada, sin embargo surge de la fuerza vital de la contemporaneidad.
Los escritores somos conscientes de que nuestros textos se completan con el lector. Las palabras y sus ritmos adquieren diversas interpretaciones y hasta nos sorprenden porque van más allá de la intención de nuestro escrito. Quizá porque ya no es “nuestro”, es una labor compartida con lectores diversos. Esta es la riqueza de la publicación.
Oteriño destina un capítulo a “El protagonismo del lector”. El título alude a un diálogo único e irrepetible. El lector hace suyo el poema en el acto de la lectura “dándole otros alcances y hasta disintiendo con el autor”. Este es el motivo por el cual las lecturas de los clásicos encuentran en cada época, nuevos enfoques y reinterpretaciones. Asimismo, el lector, en diferentes etapas de su vida, descubre en las relecturas un sinnúmero de compresiones similares o divergentes. Esa es la historia viva, la que fluye, la que cambia y atraviesa el hacer poético.
Un buen complemento de la mirada poética de Oteriño puede ser el enfoque desde la “Historia del tiempo presente”, definición acuñada por historiadores franceses en la década de 1970. Esta corriente analiza la realidad social vigente y, por ende, la observa desde una relación de coetaneidad entre actores y testigos de la historia y el propio historiador. Los márgenes temporales son móviles, la memoria colectiva del pasado puede involucrar a diferentes generaciones que son protagonistas del período analizado. Existe un diálogo enriquecedor entre el historiador y los testigos de la historia vivida y una demanda social por la narrativa de ciertas temáticas vitales para la configuración de la realidad actual. Dichas demandas y la “aceleración del tiempo histórico” – en términos del historiador Eric Hobsbawm– que transita nuestra contemporaneidad señalan la necesaria tarea de interpelar a los actores del pasado próximo.
La poesía, entonces, es ese “decir lo otro”, en la historia del tiempo presente. Y en ese “decir” lleva las “señas de identidad”. La poesía es temporal, toca su propia música en cada contexto histórico y manifiesta diversidad de expresiones en cada lengua.
Cuando decimos que el quehacer poético atraviesa la historia nos referimos tanto a su permanencia desde el pasado hasta la actualidad, como así también al tiempo presente que imprime a la poesía el tono de la espiritualidad, las señales y las percepciones contemporáneas.
THE POETIC ENDEAVOR THROUGHOUT HISTORY
World Poetry Day
By Mg. Fabiana Mastrangelo | Historian, Writer, Educator | Argentine Society of Writers
Rafael Felipe Oteriño, in his work Continuity of Poetry (2020), shares his reflections on the poetic endeavor in the current context and its function throughout history. According to the author, each era has its own way of expressing poetry.
It’s timely to remember that UNESCO adopted March 21 as World Poetry Day at its 30th General Conference in Paris, in 1999. The purpose is “to support linguistic diversity through poetic expression and to foster the visibility of endangered languages.”
“Poetry exists because history exists,” states Oteriño. He links the socio-historical context of different stages and their expression in poetry. He begins by analyzing contemporary times under the title “Poetry in times of massive externality.” It’s an era accompanied by the “reign of the ephemeral.” Thus, chronology, time, and the historical context of people and things dissolve. In this current reality, there seems to be little space for poetry. It requires an integrative look that includes those who were, those who are, and those who will come.
He denotes nostalgia for other times when poetry had different functions. For example, the didactic in Classical Antiquity or the sentimental, dreamy, and musical during Romanticism. Although today, the old roles have expired, its main function is “to say the other.” In this task, it has a dual aspect: “to stand as memory and to mount a critical look over the tireless and repetitive formulation of the same.” Poetry is the conscience of each era.
For example, in the poem Us (1962) by Joaquín Giannuzzi, he expresses the experiences of his youth after two World Wars:
“In the middle of the century our bones turned
thirty years old and it was our turn to obtain
the poisonous conclusions of the era.
Better not to remember. Behind our backs
we cleaned off the dirt of two wars;
Others removed debris from the streets;
(…)”
Moreover, the poet Cristina Pizarro, in the poem Horror (2022), dares to express her feelings about the horror of environmental pollution and its consequences on the ecosystem:
“I see dreadful beings
contaminating our earth with filth
(…)
A fatal diamond wanders
among machines cables chips
transmitters electric currents galaxies satellites comets”.
In the chapter “Poetry versus prose” Oteriño refutes the expression of Lawrence Ferlinghetti (American beat movement) that claims “for lacking song, modern poetry is prose: poetic prose.” He considers that poetry carries the imprint of each era and it has its own music. He maintains that “parallel to poetry exists history, made of novelties, change, temporality, flight forward, loss”. It will be a different music, dry, atonal or unthought of, yet it arises from the vital force of contemporaneity.
We writers are aware that our texts are completed by the reader. The words and their rhythms acquire diverse interpretations and even surprise us because they go beyond the intention of our writing. Perhaps because it is no longer “ours,” it is a shared labor with diverse readers. This is the richness of publication.
Oteriño devotes a chapter to “The prominence of the reader”. The title alludes to a unique and unrepeatable dialogue. The reader makes the poem his own in the act of reading “giving it other scopes and even disagreeing with the author”. This is the reason why the readings of the classics find new perspectives and reinterpretations in each era. Likewise, the reader, at different stages of his life, discovers in the re-readings a myriad of similar or divergent comprehensions. This is the living history, the one that flows, changes, and crosses the poetic endeavor.
A good complement to Oteriño’s poetic perspective could be the approach from the “History of the present time,” a definition coined by French historians in the 1970s. This trend analyzes the current social reality and, therefore, observes it from a relationship of contemporaneity between actors and witnesses of history and the historian himself. The temporal margins are mobile, the collective memory of the past can involve different generations that are protagonists of the period analyzed. There is an enriching dialogue between the historian and the witnesses of the lived history and a social demand for the narrative of certain themes vital to the configuration of the current reality. Such demands and the “acceleration of historical time” – in terms of historian Eric Hobsbawm – that traverses our contemporaneity indicate the necessary task of questioning the actors of the near past.
Poetry, then, is that “saying the other” in the history of the present time. And in that “saying,” it carries the “identity marks.” Poetry is temporal, plays its own music in each historical context, and manifests a diversity of expressions in each language.
When we say that the poetic endeavor traverses history, we refer both to its persistence from the past to the present, and to the present time that imprints on poetry the tone of spirituality, the signs, and the contemporary perceptions.
Debe estar conectado para enviar un comentario.